Velódromo del Estadio Nacional se abre a los ciclistas urbanos

Profesionales enseñan a aficionados a usar la pendiente de ese recinto.

por Catalina May La Tercera

La bicicleta es un medio de transporte imprescindible para muchos santiaguinos. Según datos de la Secretaría de Planificación de Transporte (Sectra), diariamente se realizan más de 500 mil viajes pedaleando por la ciudad. Pero hay ciclistas que no se conforman con andar en las planicies de calles y ciclovías, sino que quieren un desafío mayor. Para ellos, este verano se abrió el velódromo del Estadio Nacional.

Esta pista de cemento, de 333 metros de largo y una pendiente de 38 grados, normalmente sólo es utilizada por los ciclistas de alto rendimiento. Ahora, sin embargo, es accesible para los aficionados urbanos. Se trata de una iniciativa de la Asociación de Ciclistas de Quilicura y, específicamente, del entrenador Emilio Ayala.

La idea es que los cultores urbanos conozcan el velódromo y conceptos como la diferencia entre la bicicleta de ruta -con cambios- y la de pista. “También puede que de aquí salga algún talento que podamos llevar al deporte federado”, dice Ayala, quien entrena a los medallistas panamericanos 2012 Pablo Seisdedos e Ilonka Jara.

Cualquier persona puede ir a pedalear al velódromo, siempre que lleve su propia bicicleta aro 28, idealmente de ruta o de pista. También es imprescindible usar casco y se sugiere ir con calzas y tricota, la camiseta especial para este deporte. Antes de empezar, el grupo se reúne en el pasto que está al centro del velódromo y el entrenador da algunas recomendaciones para evitar accidentes, que hasta el momento no se han producido. Después, cada ciclista es libre de ir a dar vueltas por la pista.

Sin autos alrededor

Los aficionados urbanos llegan al velódromo muy seguros de su manejo de la bicicleta, pero al enfrentar la fuerte pendiente se encuentran con la dificultad de lograr la velocidad necesaria para equiparar las fuerzas centrípeta y centrífuga -que los impulsa hacia dentro y hacia afuera del circuito- y poder andar derechos por un mismo carril.

Es tan complejo que algunos terminan pedaleando en la planicie. Así lo confirma Jorge Montenegro (23), quien usa su bicicleta para repartir ensaladas de Salad Express y para ir a estudiar Medicina en la Universidad Pedro de Valdivia: “Vine porque quería conocer el lugar y tratar de andar rápido sin autos alrededor. Y descubrí que es entretenido, pero difícil. Cuesta perderle el miedo a la pendiente”.

Pablo Antila (31), diseñador, se compró una bicicleta hace cinco años y la usa para desplazarse entre el centro y Ñuñoa. Ya ha ido dos veces al velódromo para aprender más técnica. “Muchos no tienen conciencia de eso y puede ser peligroso”. La convocatoria se hace a través del grupo de Facebook “Todos a pistear en el velo; si no sabe le enseñamos” y las sesiones de entrenamiento son todos los lunes, hasta el 6 de febrero, entre 19 y 21 horas. A partir de abril esta actividad volverá una vez al mes o todos los lunes, dependiendo de la respuesta.