Cómo hacer ciudad: el modelo Medellín

Las postales de Medellín se han desplazado a sectores de la ciudad que históricamente permanecieron ocultos de la imagen exportada al resto del mundo, en los polos que han dado lugar a las más radicales transformaciones. A través de un nuevo modo de hacer arquitectura orientada a la integración social en una red de espacios públicos vulnerables, se aleja del ranking de las ciudades más violentas de Latinoamérica. Medellín deja de asociarse con sus índices de inseguridad para construir una nueva narrativa, introduciendo el metrocable asociado a espacios públicos de innovación y la aproximación a una arquitectura que posee altas consideraciones sobre el entorno natural y construido.

A través de intervenciones espaciales la ciudad se reinventa capitalizando las voluntades de cambio y su riqueza cultural hasta el punto de convertirse en uno de los destinos más atractivos para visitar y del cual se hace referencia constantemente como el “Modelo Medellín”.

En Medellín, temas como la integración, la movilidad, gobernanza, reducción de la pobreza y violencia se trabajan en un mismo proyecto espacial. El concepto de Proyecto Urbano Integral (PUI) toma en consideración herramientas de desarrollo social, físico y la coordinación interinstitucional para transformar los sectores de la ciudad que poseen mayores necesidades. Es así como el proyecto del metrocable se proyecta y extiende en sectores con menos oportunidades y servicios de calidad: no sólo provee accesibilidad a lugares más favorecidos, sino las estaciones mismas se convierten en zonas intermodales en las cuales proyectar espacios culturales para los barrios en cuestión.

Estos PUI, sumado a otros instrumentos como el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) y Plan Maestro de Zonas Verdes ha permitido el avance en la recuperación de cuencas, zonas de riesgo ambiental, generación de espacio público, vivienda de interés social y políticas más eficientes de gestión de suelo. Sobre esto, Medellín ha exportado grandes hitos de arquitectura social que suenan en el mundo entero: el paisaje del metrocable sobre morros escarpados que integra la vivienda de difícil acceso y obras de arquitectura en barrios vulnerables como la biblioteca Parque España de Mazzanti son los nuevos íconos en la postal que indican una ciudad en transformación. Se supera la gestión inercial que no supo responder en los ’90 a los escenarios cambiantes para instaurar una renovada cultura participativa. La integralidad de la propuesta se hace visible en los lineamientos estratégicos de acción del plan de desarrollo urbano para la ciudad, que en una primera instancia se proyectó desde el 2008 hasta el recién terminado 2011, levantando grandes cambios y nuevos desafíos para la ciudad:

1. Medellín – Ciudad solidaria y equitativa.

2. Desarrollo y bienestar para toda la población.

3. Desarrollo económico e innovación.

4. Urbanismo y medio ambiente para la gente.

5. Ciudad con proyección regional y global.

6. Institucionalidad y participación ciudadana.

“Medellín, la más educada” se convierte en el programa que rige las transformaciones sociales para que Medellín alcance el status de la ciudad de la gente emprendedora. Se destaca la iniciativa el Banco de los Pobres, experiencia seleccionada en el Concurso de Buenas Prácticas 2004 en Dubai, que proporciona alternativas de financiamiento a las personas más vulnerables de la ciudad para facilitarles la generación de ingresos que rompan el ciclo de la pobreza.

El Modelo Medellín, así como lo fue el efecto Guggenheim para Bilbao, catalizó una serie de transformaciones muy ligadas al escenario de crisis anterior, ya sea por la desigualdad social en el primer caso o una obsolescencia en el segundo. Las principales lecciones que se abstraen de la experiencia de Medellín son la visión de constituir un centro de atracción que impulsa la posterior llegada de eventos, periodistas e inversionistas que apostaron por una ciudad emergente. La particularidad radica en el modo en que se distribuye esta inyección de nuevos ingresos, pespuntando una nueva geografía de mayores oportunidades que queda evidenciada en la evolución del turismo, extiendida hasta barrios más vulnerables con alto atractivo paisajístico y cultural.

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