Gestión de barrio: “Salvemos el Cabanyal”

Así como en las últimas décadas se ha asociado la planificación estratégica de las ciudades y city marketing como herramientas para convertir a las ciudades en atractores para vivir y visitar, la facilidad del desplazamiento de personas y capital ha permitido la reducción de la escala de interés. Actualmente, un barrio por si sólo tiene la capacidad de emitir resonancia en el mundo y convertirse en un imán si consideramos el capital social, cultural y patrimonial que este puede contener. Es así como el riesgo que corre un barrio altamente valorizado por su identidad y memoria como el Cabanyal en Valencia ha generado ruido universalmente y comienza a levantar discursos alternativos desde los ciudadanos para construir la imagen de su ciudad.

El inminente riesgo está asociado al proyecto de prolongación hacia el mar de la avenida Blasco Ibáñez que conecta el interior de Valencia con el barrio, partiéndolo en dos. Este gesto supone la destrucción no sólo de la sumatoria de 1651 viviendas sino también del modo de vida que lo particulariza. La intervención ha desatado una controversia sobre el modo en que se interviene en la ciudad, cuestionando a los proyectos urbanos en carpeta y su capacidad de construir visión a largo plazo que genere y reproduzca mayor rentabilidad para la ciudadanía.

Lo que constituye cualidades barriales tiende a ser anterior o condicionante de los límites político-administrativos. En muchos casos estos territorios poseen características homogéneas y funcionales, como el caso del Cabanyal, población pesquera configurada en un tejido fino paralelo a la costa para mantener una proximidad inmediata al mar. La construcción vernácula de barracas determinó la trama, orientación y volumetría actual del barrio, vías estructurantes norte-sur y unas internas peatonales oriente-poniente, fomentando una modalidad de desplazamiento y vida de barrio en su interior. La seguidilla de incendios, a las cuales las barracas valencianas son vulnerables, determinaron un cambio en la normativa constructiva, generando un paisaje urbano diverso de fachadas de historicismo ecléctico, modernismo, algunas con revestimiento de azulejos y otras improntas de sus dueños y propias de su época.

La amenaza surge en 1998 con el proyecto para conectar la avenida Blasco Ibañez con el mar atravesando el Cabanyal, a pesar de que el proyecto original de esta vía jamás insinuó pasar por encima del barrio, sino adecuarse a él. Hace más de un siglo atrás, Blasco Ibáñez se refirió al proyecto del paseo como: “Valencia tendría un nuevo paseo, una verdadera calle moderna semejante a la Avenida del Parque de Bolonia de París, o la Castellana de Madrid, y la parte más extrema del Cabañal se unirá a la ciudad por un camino más corto”. En línea con la idea de Casimiro Meseguer, el arquitecto J.M. Cortina se refirió en 1899 como el Paseo de Valencia al Cabanyal, para estructurar el crecimiento a través de un ensanche potenciando la conexión del borde costero con la ciudad. Como proyecto estructurante y relevante para la trama urbana no supone la articulación con el borde costero mediante la destrucción del eje como el nuevo modelo propuesto (imagen 2). La partición del barrio es incompatible con la conservación de los valores de la trama urbana que lo ha constituido como pieza histórica de interés colectivo.

Imagen 1: Avenida Blasco Ibañez con remate en Cabanyal / Imagen 2: Proyecto prolongación avenida Blasco Ibañez

Las primeras vulnerabilidades del barrio se presentaron dentro de la política desarrollista materializada en el Plan de Ordenación Urbana de Valencia en 1966, donde se fomenta de manera sectorial el área de vialidades, prolongando  las costaneras en planes parciales que no consideran el valor de la totalidad barrial. Con la emergencia de la democracia en 1975 surgen nuevos modos de proyectar a partir de las preexistencias. El conjunto Canyamelar-Cabanyal-Cap fue declarado por el Gobierno de la Generalitat Valenciana como Bien de Interés Cultural, valorando su “peculiar trama en retícula derivada de las alineaciones de las antiguas barracas, en las que se desarrolla una arquitectura popular de clara raigambre eclecticista”. Los bienes de interés cultural relevan un reconocimiento de valores locales en el imaginario colectivo que construye identidad y consiguientemente capital social.

La imposición de la avenida transversal a la trama local ocultaría el barrio tras las nuevas fachadas y la nueva escala que esta propone. Pero esta misma amenaza al entorno físico ha develado un capital social a partir de la creación de redes de asociación que confirma las capacidades que poseen los barrios consolidados y con identidad de organizar a la comunidad. Salvemos Cabanyal se ha posicionado como una plataforma de gestión de barrio, donde se genera y difunde información que oriente a un desarrollo sostenido y armónico dentro de su estructura urbana. La comunidad ha trabajado en la detección de los problemas en el interior del barrio para proyectar oportunidades desde lo existente y así conservar los principales valores locales. Se declara que la vida cultural de la comunidad está directamente relacionada con la forma de la ciudad, y por tanto, cualquier fisura en el desarrollo urbano genera impactos en el tejido de la comunidad.

diversidad de estilos en las fachadas de Cabanyal

Existe un grupo de trabajo Escoltem el Cabanyal, compuesto por un equipo interdisciplinario de arquitectos, sociólogos, historiadores, economistas, abogados, entre otros, que compendian el material generado desde la participación ciudadana para poder proyectar lineamientos de acción coherentes con las necesidades de la comunidad. También emergen iniciativas locales como Canyabal Protes Obertes, donde se abren las puertas de casas con cientos de pinturas de ilustradores valencianos que intentan retratar historias de la vida en el Cabanyal. El barrio, históricamente expuesto a la amenaza por la brecha de escala que se genera entre su tejido y la ciudad ‘externa’ en progresivo crecimiento, ha generado pautas de cohesión social y cultural que vale la pena revisar antes que limitarse a percibir el mero patrimonio construido y poder entender los verdaderos alcances de los impactos de su degradación.

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