Curitiba sustentable: educación y movilidad

Fuente: Christian Gump

Al visitar y perderse caminando por ciertos barrios de Curitiba, no se puede obviar el hecho de que el peatón es protagonista en esta escena urbana. El margen dentro del perfil de la ciudad que se designa al peatón, en sus posibilidades de desplazarse o permanecer en el espacio público, determina el modo en que los habitantes hacen una lectura de ella, cómo se educan ahí y qué actitud sostienen con otros ciudadanos.

Bogotá ya lo había intuido con su programa Escuela Ciudad Escuela, ofreciendo las cualidades de la calle como sala de clase para comenzar a entender cultura de ciudadanía. Curitiba ha evolucionado como ciudad sustentable desde la educación, ecológica y socialmente consciente. Este renovado capital social con una nueva personalidad urbana, es una inversión complementaria para distintas intervenciones en la ciudad: un gobierno local que extiende la idea de transporte público a un proyecto de espacios públicos, normativa ambiental, de uso de suelo e integrando sus recursos a favor del medioambiente.

Según una investigación de Siemens en conjunto con la unidad de estudio de la revista The Economist, la ciudad brasileña Curitiba, capital del estado de Paraná, obtuvo el año pasado la distinción de metrópoli más verde entre 17 ciudades latinoamericanas. Es cierto que el criterio del indicador Green City Index (GCI), que busca medir el desempeño ambiental en políticas de distintas categorías, como energía, transporte, desechos, agua, uso de la tierra y edificios, no alcanza a profundizar el impacto de estas políticas y la percepción de los ciudadanos sobre éstas.

De todos modos, Curitiba alcanzó el status “muy por sobre el promedio” en cuanto a las políticas que implementa en materia de sustentabilidad. Este benchmarking hace inevitable plantear la pregunta ¿Por qué los indicadores señalan que Curitiba ha alcanzado avances sustantivos hacia la sustentabilidad y otras ciudades no? En definitiva, la discusión insinúa principalmente dos temas: la descentralización del gobierno con el reforzamiento de las administraciones locales y el transporte como puntapié para instalar el desarrollo sostenible en la ciudad.

Del transporte a la ciudad

El 45% de la fuerza trabajadora curitibana va al trabajo en transporte público. No se trata simplemente por ser un modelo rápido y eficiente, si no por el modo en que se integra a la ciudad y sus posibilidades prácticas de uso y paisajísticas. El habitante que camina y recorre la ciudad se ha educado como protagonista en este escenario urbano, construyendo prácticas de apropiación de los espacios públicos.

En la primera implementación del proyecto Sistema Integrado de Transporte Colectivo, carriles exclusivos abrieron paso a autobuses expreso que facilitaron la movilidad en las principales vías de la ciudad. Ahora se distinguen las icónicas estaciones de tubo, un simple gesto para reducir el tiempo de abordaje, mientras se diferenciaron autobuses por colores que identifican sus rutas y algunos circuitos especiales, como el circunvalar turístico o la de los hospitales.

En Chile, tras las deficiencias del plan del Transantiago, la discusión se ha limitado a identificar los problemas desde el diseño o la implementación de este. Curitiba desplegó una estrategia que permitió alimentar el diseño y planificación desde la implementación por etapas, mientras la discusión integra una complejidad de variables, como espacio público, potencial turístico, medioambiente y paisaje urbano. La política de transporte no es así sólo transporte, sino que remite a la función y uso del territorio.

El Plan Preliminar de Urbanismo, aprobado en 1966 y cobrando vigencia en la década de los ’70, ya enfatizaba en el modelo de gobernanza, indicando que el desarrollo de la ciudad tendería al marco estratégico. Temas como el reciclaje, la inversión social, patrimonio y cultura, concentraron su energía en suscitar políticas transversales e integradas.

Por otra parte, se cuenta con que la formación de capital para mantener altos estándares de vida lo rinden las prácticas de los ciudadanos ahí educados. No se trata de implementar una ciudad sustentable, sino de construirla. A Jaime Lerner, arquitecto urbanista y alcalde con alto compromiso urbano, se le atribuye la reinvención del espacio público en Curitiba, con intervenciones que mediante la claridad y simplicidad, han transmitido valores de educación ciudadana fáciles de internalizar.

El siguiente video muestra cómo, sin grandes pretensiones de diseño, pero sí orientando la cartera de proyectos a una idea de ciudad sostenible, se puede alcanzar alta calidad de vida generalizada. Desde el transporte, el perfil urbano, la red de parques y los ciudadanos en general.

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