Ideas para Santiago sin smog

El smog se ha convertido en el mal indeseable para todas aquellas ciudades que buscan posicionarse como espacios atractivos para vivir e invertir. Sus efectos nocivos en la salud y el medioambiente han llevado a gobiernos locales a construir políticas y herramientas de gestión muchas veces aisladas que rara vez constituyen un espacio de planificación mayor. Algunas ciudades que impulsan estrategias de innovación ya están diseñando medidas, como edificios o pavimentos de absorción, que reducen las emisiones contaminantes liberadas cada día. Junto con estas acciones que buscan corregir el problema, se debe plantear la reducción estructural del fenómeno de contaminación. Considerando las características topográficas de Santiago, las soluciones no pueden ser solamente paliativas y se debe formular la pregunta de qué forma nuestra ciudad puede mostrarse como un proyecto colectivo lejos del áspero calificativo Santiasco, como un espacio limpio y libre de smog.

Plataforma Urbana te invita a participar en la búsqueda de soluciones, ideas y estrategias de reducción del smog en las ciudades, para realzar la imagen y calidad de vida en Santiago, a continuación:

El smog, derivación de las palabras smoke (humo) y fog (niebla), se trata de aire denso combinado con contaminantes que se estanca en las capas más bajas de la atmósfera. Por efecto de la cadena de cerros que altera las propiedades atmosféricas dando lugar al fenómeno de la inversión térmica, se genera una capa aislante que compacta el smog cerca del suelo, impregnando en contacto directo con las personas, vegetación y edificios.

En el año 1833 Luke Howard en Londres fue el primero en analizar los efectos del medioambiente en la ciudad y problematizar el fenómeno de la neblina. Esta comenzó a formar parte del paisaje urbano de las ciudades industriales, idea manifiesta en las artes, donde personajes como Claude Monet solían retratar la luz a través de la niebla en la ciudad. El smog sulfuroso o lluvia ácida que se produjo principalmente por la combustión de carbón de baja calidad, se convirtió en el sello de estas ciudades dentro del imaginario colectivo de la urbe moderna. No es hasta bien entrado el siglo XX, que la relación entre la ciudad y la naturaleza muta para asentarse sobre principios más centrados en la salud del hombre y la preservación del medio ambiente.

Claude Monet, London, Houses of Parliament. The Sun Shining through the Fog, 1904

La mayor carga en la cuota de esmog en las ciudades se le atribuye a sistemas de transporte ecológicamente deficientes. Hace unos meses atrás discutimos la nueva política de Paris por transformar la modalidad de transporte urbano, con restricciones a autos todo terreno, diesel y deportivos utilitarios (SUVs) que circulan por la ciudad. Esta medida disuasiva es acompañada de un transporte público eficiente, con redes de bicicletas urbanas y un programa de participación ciudadana para compartir autos eléctricos. La estrategia parisina busca trascender la política para posicionar un plan que incentive la acción conjunta ciudadana en una nueva imagen urbana, promoviendo el uso de energías limpias como un hábito local.

En España la propuesta para un aire limpio ha iluminado el proyecto arquitectónico con sus edificios esponja. Ingenieros del Instituto de Tecnología Química de la Universidad Politécnica de Valencia proponen una cerámica que purifica el aire a través de una sustancia (OFFNOx) que genera una reacción química con los gases contaminantes atmosféricos. A pesar de que la propuesta no ejerce efectos sobre el problema de raiz, se invierte en investigaciones para reducir el fenómeno, mientras se eleva a la discusión pública, reproduciendo mayor consciencia ambiental.

Por otra parte, se discute la estrategia del negocio de limpiar el aire, como por ejemplo, los bonos de carbono, mecanismos cuantificables de contaminación con  metas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Estos han abierto el mercado de la contaminación, con compra y venta de títulos que les permitiría controlar las emisiones: aquellas empresas que requieran contaminar más para desarrollarse deberán adquirir los papeles de aquellas que lo necesiten menos. El fin último es incentivar a invertir en investigación de tecnologías menos contaminantes de gases perjudiciales, que a gran escala suele ser más rentable que la compra de títulos. Independiente de cuál sean las herramientas de aplicación, las normas ambientales de mayor rigurosidad pueden ser el potencial de innovación de una serie de empresas.

Actualmente hay conocimiento de los impactos que se generan mutuamente la ciudad y el clima distorsionando la calidad de vida de sus habitantes. Se ha discutido en Plataforma Urbana el modo en que el capital económico se invierte en los espacios donde vive la clase creativa, mientras las personas cada día optan vivir en ciudades más atractivas, con mayores oportunidades y mejor calidad de vida. El aire de las ciudades compone el paisaje y genera las categorías y principales percepciones con las que se recuerda un lugar para aquel que lo visita. La vida en una ciudad con preocupación ambiental y descontaminada introduce valores de comportamiento humano con mayores consideraciones por el medioambiente y la salud, lo que demanda desarrollos de tipo cultural.

Santiago sin smog debiera ser la pauta que enmarque una serie de iniciativas para comenzar a transformar tanto el paisaje como los hábitos ciudadanos para construir un capital de desarrollo sostenible en el tiempo. Cambiar el material simbólico de nuestras ciudades no radica en tener la mayor cantidad de edificios con plantas en fachadas y cubiertas o mecanismos supuestamente correctivos. Se trata de soluciones esencialmente sustentables aquellas que incorporan en la agenda pública transformaciones en el modo en que se habita y hace uso de la ciudad, a través de programas y normas de alta rigurosidad, fomentando la creatividad e innovación por parte de los ciudadanos y principalmente las empresas contaminantes. Proyectar a largo plazo, fomentar el reciclaje, la prevención de residuos, limitar el uso de recursos naturales, informar a la ciudadanía sobre el respeto medioambiental… ¿Qué otras ideas estructurales implementarían para reducir el smog y sus efectos en las ciudades actuales?