Mapas sonoros: Un paso para reducir la contaminación acústica

Mapa de ruido de Linares, en España. Revisa el mapa en detalle aquí

Hace varias semanas que escucho, prácticamente, todas las noches helicópteros que sobrevuelan Providencia. Imagino que es porque las situación  lo amerita, emergencias o procedimientos policiales.  El característico sonido de las hélices, que me hace sentir como si viviera en un país en guerra, sumado al ruido de balizas de los servicios de emergencia, el ruido de las bocinas y el tránsito, junto a la característica vida nocturna de la comuna, pueden hacer que algunos sectores sean casi invivibles.

Ocupo, el caso de Providencia porque es el que me toca más de cerca, pero imagino en otros sectores densamente poblados la situación no debe ser muy distinta. Y casi peor aún, podríamos decir que ésta comuna es la que tiene el mejor city marketing de Chile, porque todo el mundo quiere ir a Providencia, vivir en Providencia, o sino pregúntele a una persona busque arriendo en dicha comuna, ¿Cuánto se demoró en encontrar alguno departamento? Pero todos estos atributos que ve la gente en este sector de Santiago, se desmoronan a la hora de hacer alguna medición acústica de ella.

Según la CONAMA, la torta del ruido se divide de la siguiente manera. El 70% de la contaminación acústica proviene del tránsito vehicular y el otro 30% viene de las llamadas “fuentes fijas”, vale decir las industrias, los talleres, los centros de recreación, la construcción y los agentes de menor impacto, como los gritos de los niños, conciertos al aire libre, vendedores callejeros, fuegos artificiales, entro otros.

Por todos son conocidos los efectos en la salud que tiene la contaminación acústica. Daños auditivos, trastornos del sueño, efectos a nivel psíquico y fisiológico, dolores de cabeza o cefaleas, irritabilidad, aumento en la presión sanguínea, fatiga y taquicardias, sólo por mencionar algunos. Respecto de la legislación, existen ordenanzas municipales que señalan que las Disposiciones Generales se establecen distintas materias, como por ejemplo. “Esta Ordenanza regirá para todos los ruidos molestos producidos en la vía pública, calles, plazas, paseos públicos y peatonales, en el espacio aéreo comunal”. Además de esta ordenanza, ‘que nos protege’, también tenemos la Ley de tránsito, que señala que quedará prohibido el uso de bocinas en los alrededores y el interior de centros hospitalarios, y donde existan letreros que por ordenanza del departamento de tránsito municipal así lo establezca, y así podría seguir enumerando leyes y decretos.

¿Pero qué se ha hecho realmente por mejorar nuestra calidad de vida? ¿Qué medidas formales, más allá de los consejos a la comunidad, se han tomado?

No quiero ser dramática, pero a mi parecer Chile no ha realizado grandes campañas o estudios para disminuir la contaminación acústica. Al menos masivas no han sido. Desconozco si se ha realizado algún mapa de ruidos, en alguna comuna de Chile, pero a ‘simple búsqueda’, me cuesta encontrar alguno.

Los mapas sonoros se han hecho populares en algunas ciudades de España como Sevilla, Valencia o Linares. Un mapa de ruido o mapa sonora es básicamente la representación cartográfica de los distintos niveles de ruido presentes en un área concreta y predeterminado. El objetivo del este mapa es cuantificar la exposición de la población al ruido ambiental, de esta manera pueden decidirse los planes de acción para reducir el nivel de decíbeles cuando éstos puedan tener efectos secundarios para las personas. Los mapas generalmente se utilizan usando sonómetros, puestos en distintos lugares de la ciudad, luego éstos envían las señales a la planta donde son interpretados por diversos softwares. Pero más allá de todos los aspectos técnicos, ¿Serán los mapas sonoros una alternativa viable para las ciudades Chilenas?