Cartagena: Cuando el patrimonio es olvidado

Hablar sobre Cartagena hoy, es hablar sobre abandono, la crueldad en el paso del tiempo, la suciedad y la ignorancia. Porque esa es la imagen que proyecta, porque es la decadencia que pasivamente hemos aceptado como sociedad. Y puede ser una percepción muy injusta para los habitantes del balneario, quienes seguro desean una ciudad más amable para sus familias, pero lamentablemente esa es la idea general en el inconsciente colectivo.

Muchas de sus construcciones fueron declaradas monumentos nacionales, como la tumba de Vicente Huidobro, la estación de ferrocarriles de Cartagena, y el borde costero en conjunto al sector de la casa Huidobro. Durante 2009 se incorporaron varios sectores de la ciudad en las Rutas Patrimoniales, con el fin de potenciarla turísticamente, con el mismo objetivo fue nombrada zona típica de nuestro país, y así un sinnúmero de reconocimientos que hasta ahora no han valido de nada. Digo no han valido de nada porque a pesar de ostentar dichos honores la situación no ha cambiado.

Y volvemos a caer en una de las problemáticas centrales a la hora de hablar de patrimonio. Muchos lugares están protegidos por ley, por el Consejo de Monumentos Nacionales, sin embargo se destruyen o se demuelen sin grandes problemas, para muestra un botón. Entonces, ¿cuál es el sentido de nombrar algunos edificios como Monumentos Nacionales y otros no?. Sin dudad la falta de regularización en esta área se hace patente cada vez que el privado, dueño de una construcción patrimonial o de un sector que cuenta con un monumento histórico desea demolerla y darle un nuevo uso al terreno. Y aquí se presenta uno de los debates centrales entorno al patrimonio acerca de ¿quién debe poseer los derechos sobre una zona típica o construcción histórica? ¿Quién tiene la última palabra respecto de las acciones sobre ella? ¿El propietario o el organismo encargado de velar por su protección?. Es iluso pensar que todas las edificaciones de valor histórico debieran estar en manos del estado o de los organismos pertinentes. No es sustentable económicamente, no es funcional y resulta indebido. Sería injusto quitarle los derechos de una casona colonial a una familia que la ha heredado por décadas, por nombrar un ejemplo.

Es urgente una regulación clara de los deberes y derechos sobre una construcción patrimonial, tanto para los organismos de protección como para los propietarios de éstas es urgente, sobre por estos días, donde los medios cubren la reconstrucción sólo a nivel de nuevas viviendas y diseño urbano, pero poco se profundiza en la situación del patrimonio que resultó dañado (Ver entrevista exclusiva con los coordinadores nacionales de la reconstrucción).

Por otra parte incentivos para renovar el uso de estas construcciones o sectores, de igual forma si están en manos de particulares o de instituciones públicas. De hecho, el patrimonio debiera tener una funcionalidad vigente más allá de ser una materialización de la historia. Muchas veces se construyen y levantan grandes edificios para convertirse en museos o en vanidosas oficinas públicas, en lugar de invertir en centenarios castillos que se están perdiendo junto a parte de nuestra memoria. Del mismo modo y con mayores modalidades se debe incentivar a los privados, para que se acaben los eternas pugnas sobre los deberes sobre el patrimonio. Conocida fue la historia de las demandas sobre el Palacio Pereira.

Finalmente la incorporación de estos temas a nivel de planes de educación resulta esencial para crear mayor consciencia a nivel de los habitantes. Pero en este sentido se esperan nuevos avances próximamente, ya que durante el septiembre pasado el diputado Felipe Harboe presentó una modificación a la Ley de Monumentos Nacionales, que incluye la incorporación de un representante de la asociación Chilena de Barrios y Zonas Patrimoniales al consejo de monumentos, además de solicitar que en cada proceso de calificación de zona típica, o cuando se califique un inmueble como patrimonio, sea obligatorio la consulta a los vecinos del sector.

Es realmente insensible ver como lugares con tanta relevancia cultural como Cartagena, caen en el olvido, en la inhospitabilidad y van perdiendo gradualmente su gran atractivo. Es difícil tratar de levantar un polo de desarrollo en un sector tan poco valorado y en que el hay tanto que invertir. ¿Qué se puede hacer cuando es más fácil potenciar sectores desolados que contar con el apoyo de los privados y de las políticas publicas para beneficiar la gestión patrimonial en Cartagena?