Nueva cárcel para Chillán Viejo; el síndrome de la “exoplanificación”

Escrito por: José Betancourt Migrik. Arquitecto, Coordinador banco de ideas. Planta / ideas habitables.

Como ciudadanos, a menudo vivimos más en la ciudad que nos toca, que en la ciudad que quisiéramos, muchas veces se confunde planificar con extender y otras tantas crecer con abarcar, “abarcar” sin detenerse a pensar en coordinar a futuro estas nuevas incursiones. La mayoría habitamos decisiones de otros, tomadas a distancia para ciudades que ellos no habitarán.

Si alguien irrumpiera en nuestras casas, con la idea de instalar en ellas un sambodromo, ciertamente querríamos ser consultados por una decisión que acompañará con cambios nuestra cotidianidad. Del mismo modo el habitante que no es incluido en las decisiones de transformación de su ciudad, no siente el mismo aprecio por ella que aquel que si ha sido participe.

El emplazamiento de la actual cárcel de Chillán, fue siempre un tema de discusión entre sus habitantes, su emplazamiento en un sector céntrico y residencial de la ciudad, hace hoy convivir a metros de distancia a dos usuarios no necesariamente compatibles, y lo que en otras circunstancias seria considerado una práctica positiva, como en vivienda social, aquí ciertamente no lo es.

El caos de la noche del 27 de febrero, terminó por hacer reales los temores de una gran fuga, otorgando el ambiente preciso para provocar motines y destrucción dentro del actual recinto terminando en el escape masivo. La inmediatez al centro de la ciudad facilitó la dispersión y huida de los reclusos, provocando consigo un estado de inseguridad generalizada en la ciudad y especialmente en los vecinos próximos al penal, quienes doblemente damnificados, esa noche a los efectos del terremoto debieron sumar los del incendio provocado por los internos y que terminó por arrasar con las viviendas colindantes que hasta hoy no han sido reconstruidas.

Urge entonces la instancia para reformular la ubicación del penal, proyecto que luego de la experiencia dejada el 27 de febrero, se convierte en una especie de “bulto con el que nadie quiere cargar”. Sin embargo, en un tema que ciertamente afecta a ambas ciudades, Chillán y Chillán Viejo quedan excluidas como actores válidos en las decisiones tomadas al respecto. Cabe entonces preguntarse: ¿Bajo que mecanismos hacer participe a la población en las decisiones de planeamiento de sus ciudades?.

La decisión final fue la de emplazar la nueva cárcel de Ñuble en la comuna de Chillán Viejo, y como era de esperarse generó gran actividad de parte de su población y autoridades, quienes organizados se movilizaron para expresar su reticencia ante el nuevo proyecto, organizando marchas y plebiscitos cuyos resultados en amplia mayoría rechazaron recibir en su comuna la nueva cárcel.

Entonces, exentos de cualquier participación en decisiones que afectan a sus ciudades, lo que se aprecia es por un lado, una ciudad que debe hacerse cargo del proyecto que le toco y por otro una ciudad que respira el alivio de un proyecto que le sacaron de encima. Es decir una planificación sin intervención de sus implicados.

La discusión no es acerca de que ciudad debió quedarse con la cárcel, si lo es el modo en que este tipo de decisiones, independiente sea el proyecto de escala urbana, deja fuera a los usuarios que convivirán a diario con los resultados de dichas decisiones, de ahí el termino “exoplanificación” ya que en un tema sensible para ambas ciudades, decisiones tomadas desde dentro podrían conducir a resultados mas acertados y menos generadores de discordia.

La “exoplanificación” queda en evidencia cuando ciertos argumentos expuestos para justificar la decisión final, se alivianan al ser contrastados con la realidad local.

Por ejemplo la idoneidad del terreno, justificado en gran medida por la cercanía a los tribunales, no resulta tan acertada cuando se debe trazar un recorrido que comprende cruzar ambas ciudades casi por completo para llegar desde el emplazamiento finalmente escogido al edificio de tribunales ubicado en la vecina ciudad.

Desde luego los grandes desplazamientos entre infraestructuras necesariamente dependientes entre si, implica incurrir en mayores gastos por traslado y contribuye en constantes alteraciones del tráfico vehicular en las calles céntricas de la ciudad por las cuales las caravanas se verán obligadas a transitar en su desplazamiento para unir ambos puntos.

Por otra parte ciertos servicios que demandará para una comuna albergar el nuevo recinto, como lo son un hospital de mediana complejidad así como un cuerpo de bomberos capaz de atender futuras emergencias, no son proporcionales en Chillán Viejo con la envergadura de un complejo cuya población estimada será 1500 internos dentro de una comuna de poco mas de 26 mil habitantes los cuales en gran medida aún dependen de los servicios prestados por la ciudad de Chillán, sin ser este un cuestionamiento a las autonomías de cada comuna, sino un tema de demanda que no consideró la oferta. Por otra parte, el fantasma de una fuga masiva de reclusos en medio de un sector residencial amenaza con reaparecer, puesto que los hoy terrenos rurales en los que se construirá el penal, forman parte de las futuras áreas de extensión urbana que comprende el plan de desarrollo comunal de Chillán Viejo, lo cual da indicios de una coordinación inadecuada entre visiones de ciudad , una relación asimétrica entre lo que quieres versus lo que quieren.

Finalmente es necesario reflexionar acerca de la necesidad de implementar mecanismos que aseguren la participación de los habitantes en la toma de decisiones de ciudad que impliquen implementación de proyectos de impacto negativo, como lo es una cárcel ,en los que la consulta pública debería ser obligatoria. Práctica que debería extenderse a todo tipo de proyectos de planificación urbana, en donde el ciudadano común sea parte de los equipos de desarrollo.

Pensar cada habitante mas como un planificador potencial, que como un automovilista o peatón nos sitúa más cerca de las ciudades en que queremos vivir, permitiéndonos dejar atrás las ciudades en que nos toca vivir.