¿Cómo que Santiago es fome?

¿Santiago es una ciudad aburrida o que muchos la vean así es sólo un problema de Citymarketing? ¿Qué creen ustedes?

Esta columna escrita por el periodista Rodrigo Guendelman, publicada en La Tercera el viernes 10 de diciembre, muestra un interesante punto de vista acerca de este tema.

Por Rodrigo Guendelman

“Nunca me olvido de la frase del periodista Federico Willoughby Jr. “El problema de Santiago son las relaciones públicas”. Tal cual. La capital de Chile tiene reputación de fome, aburrida, monótona y asexuada. Son demasiados sus habitantes que repiten esos adjetivos hasta convertir el asunto en profecía autocumplida. Chaqueteros hasta la médula, como buenos chilenos los santiaguinos somos críticos de nuestro entorno sin misericordia.

Pensaba en varias de estas cosas mientras pedaleaba por el kilómetro tres del camino a Farellones y miraba la increíble vista, olía el aire limpio y escuchaba el silencio. Estaba en un lugar precioso, no había pagado un peso por llegar hasta allí (sólo el esfuerzo de andar una hora en bicicleta desde mi casa) y me sentí orgulloso de vivir en un lugar tan atractivo, lleno de cosas interesantes, una urbe hiperactiva en cartelera cultural, repleta de restaurantes, parques, comercio heterogéneo, zonas peatonales, ciclovías y bellezas naturales. Y me pareció que tenía que dejar constancia escrita de mi apología a Santiago.

Empecé a enumerar mentalmente los lugares más destacados de esta ciudad y el primero que se me vino a la mente fue el GAM (Centro Cultural Gabriela Mistral) que, si no lo conocen, siéntanse culpables y vayan a ver en qué se transformó el ex Diego Portales. Lo asocié con su inmediato barrio, el Lastarria, y esas notables construcciones de nuestro propio Gaudí, el arquitecto Luciano Kulczewsky; el Emporio La Rosa y sus helados perfectos, el Catedral, el Ópera, las tiendas de diseñadores independientes, los muchísimos cafés y todo ese aire gay friendly que se respira en calles como Merced y José Miguel de la Barra; sólo a pasos del Parque Forestal, el Museo de Bellas Artes, el MAC, el MAVI de la Plaza Mulato Gil, la Galería Moro y el nuevo boulevard Paseo Lastarria, que tiene al restaurant Casa Lastarria, al Nolita y a la Galería Ulises como principales atractivos.

Mi cabeza me llevó luego a Providencia y me vi parado una tarde de viernes en el Parque de las Esculturas: al lado del río, mucho pasto, obras de arte de alto nivel, harto banquito, decenas de parejas ocupadas en lo suyo, niños, familias, mascotas. A pocas cuadras, el Paseo Las Palmas y su micromundo subterráneo: discos, películas, cómics, arriendo de DVD? pura cultura pop. Dos cuadras más abajo, el Drugstore: helados, cafés, librerías, moda alternativa, la tienda de diseño Cómodo. Acto seguido, viajé mentalmente a Bellavista. ¿Han visto el hotel boutique The Aubrey con su restaurant Pasta e Vino? ¿Han comido un sándwich en Ciudad Vieja? ¿Conocieron la nueva Galería Cian en la calle Dardignac?

Puse “sector oriente” en el GPS y llegué a El Golf. ¿Conocen los mil metros cuadrados de exquisiteces que hay en la tienda-restaurant Coquinaria? Está en el mismo edificio que alberga al Hotel W, cuyo bar del piso 21 debe tener hoy la mejor vista a Santiago y cuyos restaurantes -Noso, Osaka, KM 0- son de lo más fino de la ciudad.

A pocas cuadras de ahí se aprecia el trabajo del gran arquitecto Borja Huidobro, en edificios impactantes como el Club de la Unión, el de Banmédica y esa joya que es el Consorcio. En esa misma zona está el restaurant Tiramisú, un clásico; y la calle Isidora Goyenechea, una de las mejores avenidas peatonales de Santiago. Cambié de dirección y el mapeo mental me instaló en el Galpón de antigüedades del Parque de los Reyes, un baúl infinito de muebles y objetos de decoración. Gran paseo, en el que hay que aprovechar de recorrer el Barrio Brasil y la Plaza Yungay.

¿Mucha urbe? Veamos las opciones que aparecen en el disco duro para cambiar el switch: Cerro Santa Lucía, Cerro San Cristóbal, Parque Bicentenario, Parque Intercomunal, Parque Araucano, Parque Quinta Normal, Parque Yerba Loca, Parque Río Clarillo, caminata al Pochoco o al Provincia, Baños Morales y Termas de Colina en el Cajón del Maipo, Santuario de La Naturaleza.

¿Algo para comer? Hay demasiadas opciones: un lomito en la Fuente Alemana de Alameda, una cerveza en Las Lanzas de Ñuñoa y, a pocos metros, una empanada en la Fuente Suiza; comida chilena en el Doña Tina del Arrayán, un churrasco gigante en el Persa Bío Bío, comida francesa en el Baco y Le Bistrot en Providencia, carne de lujo en el Ox y el Tierra Noble de Nueva Costanera, una plateada en el Don Peyo de Lo Encalda, pastas en el Due Torri de Isidora y el Rívoli de Nueva de Lyon, platos experimentales en el Boragó y pura elegancia en el Puerto Fuy, ambos en el barrio de Alonso de Córdova.

¿De verdad alguien piensa que Santiago es fome?”