Urbanismo más allá de la zonificación y el excel

Cornelis van Eesteren, axonométrica propuesta para concurso área Rokin, Amterdam 1924

Cornelis van Eesteren, axonométrica propuesta para concurso área Rokin, Amterdam 1924

Por Nicolás Tugas desde Barcelona

Ver la muy breve ficha (quizá demasiado breve) de algunos de los planes de reconstrucción del borde costero de la región del Bío-Bío produce por un lado satisfacción, por ver cómo el equipo que lidera Pablo Allard coordinando distintas instancias técnicas, estudios sectoriales y niveles de gobierno con una ciudadanía aparentemente mejor informada y de opiniones constructivas, da los primeros resultados formales. El esfuerzo es enorme sobre todo si se deben contener las razonables pero impacientes expectativas ciudadanas a la espera de los estudios adecuados.

Como defensor (y coautor entre muchos) de la terminología y conceptualización empleada para los planes de reconstrucción, siento responsabilidad sobre una primera disfunción de nuestro modelo, que con el nivel (esquemático, al menos en la información accesible) de avance de las propuestas estamos a tiempo de salvar (Quienes estén bien metidos en el tema de la planificación urbana, sin duda les será más fácil entender el siguiente problema, seguido de la enorme oportunidad que se presenta). Explico a continuación.

Al leer el “Plan de acción y criterios para la reconstrucción del borde costero de las regiones afectadas por el maremoto del 27 de febrero del 2010” se pone de manifiesto el acierto en la definición de las estrategias de diseño urbano para localidades en zona de riesgo de tsunami. Se introducen directa o indirectamente elementos y atributos urbanos necesarios como los parques de costanera, los elementos de contención, las vías de evacuación, las áreas seguras, lo equipamientos críticos. Pero se omite dar un paso más allá, un paso tal vez más pequeño y menos evidente pero decisivo, hacia una estructura urbana más sostenible. Falta enlazar estos elementos unidos a otros para lograrlo. Es como si tuviésemos casi todos los ingredientes, pero todavía no el plato cocinado.

La sostenibilidad urbana (en sus tres líneas ecológica, económica y social) que muchos se preguntan en Chile qué es (al punto de que se ha llamado a licitación una investigación al respecto) pasa forzosamente por la “eficiencia del sistema urbano” un sistema urbano es más eficiente si los tiempos de movilidad y los gastos energéticos son menores (Santiago es un caso crítico). También es clave diseñar los parques en red, en el sentido que forman parte de una estructura ecológica continua y endémica, que se debiera mantener “lo más autosuficiente posible” (revisar Berlín). Si un sistema urbano es eficiente y el acceso a los beneficios de esa eficiencia es democrático (todas las áreas de la ciudad están universalmente accesibles al transporte, a los servicios y a las áreas verdes, ver Copenahue), entonces ese tejido urbano “es más competitivo que otro”, un sitio que cumpla esas características es “un sitio más atractivo para vivir”, y como atractor implica una demanda por localización de actividades y residencia. En resumidas cuentas un ciclo económico positivo, beneficioso para la comunidad y respetuoso con el medio ambiente.

Diseñar las piezas que componen la estructura urbana, es una labor más cuidadosa que la zonificación y el excel, e implica una revisión a más escalas, niveles y detalle. Caricaturizando  es más que “…esto ponlo por acá con tantos metros cuadrados, dime cuánto vale, cuánto pone quién y adelante”, porque ubicando exactamente los mismos elementos y con la misma inversión el resultado puede ser un proyecto disperso, ineficiente, sin estructura y con menos posibilidades en el tiempo de ser un sitio atractivo.

Pero, como he dicho, para logarlo ya tenemos incorporados algunos elementos clave, como las vías de evacuación, estos ejes peatonales perpendiculares al mar debieran tener la obligatoriedad de estar vinculados a paradas de transporte público y que en los puntos altos o las áreas seguras de estas vías consideraran la localización inmediata de los equipamientos principales. Esta pieza más compleja que conecta los equipamientos con el mar mediante un paseo peatonal con paradas de autobuses y parque en la costanera, genera estructura urbana y es clave para la sostenibilidad del sistema.

A modo de ejercicio abstracto o metodología proyectual es fundamental diseñar la ciudad para que funcione sin autos, el diseño de la ciudad se estructurará en torno a nodos de transporte relacionados a ejes de accesibilidad peatonal y ciclovías con equipamientos, mas una relativa mayor densidad en su entorno inmediato. Cualquier diseñador podrá observar que el espacio no ocupado por esta ciudad sin coches es suficiente para que los coches quepan, por lo que pueden agregarse a continuación pero ya no dependiendo de ellos ni entorpeciendo el sistema (ahora le llaman ciudad inteligente al sentido común), aunque los autos sigan existiendo en formatos más eficientes y mas atomizados, es la movilidad sostenible bien enlazada la que genera en primer término una ciudad con calidad de vida.

Invito a todos los equipos redactores de planes que estudien el urbanismo de las piezas, aquel que ha dado forma a los bulevares de Paris, al paseo Bulnes o al parque Forestal de Santiago, el urbanismo que el genio de Cornelis van Eesteren ocupó en la admirada Amsterdam, un urbanismo menos abstracto, más formal y funcional en donde es necesario.

Ver la muy breve ficha (quizá demasiado breve) de algunos de los planes de reconstrucción del borde costero de la región del Bío-Bío produce por un lado satisfacción, por ver cómo el equipo que lidera Pablo Allard coordinando distintas instancias técnicas, estudios sectoriales y niveles de gobierno con una ciudadanía aparentemente mejor informada y de opiniones constructivas, da los primeros resultados formales. El esfuerzo es enorme sobre todo si se deben contener las razonables pero impacientes expectativas ciudadanas a la espera de los estudios adecuados.

Como defensor (y coautor entre muchos) de la terminología y conceptualización empleada para los planes de reconstrucción, siento responsabilidad sobre una primera disfunción de nuestro modelo, que con el nivel (esquemático, al menos en la información accesible) de avance de las propuestas estamos a tiempo de salvar (Quienes estén bien metidos en el tema de la planificación urbana, sin duda les será más fácil entender el siguiente problema, seguido de la enorme oportunidad que se presenta). Explico a continuación.

Al leer el “Plan de acción y criterios para la reconstrucción del borde costero de las regiones afectadas por el maremoto del 27 de febrero del 2010” se pone de manifiesto el acierto en la definición de las estrategias de diseño urbano para localidades en zona de riesgo de tsunami. Se introducen directa o indirectamente elementos y atributos urbanos necesarios como los parques de costanera, los elementos de contención, las vías de evacuación, las áreas seguras, lo equipamientos críticos. Pero se omite dar un paso más allá, un paso tal vez más pequeño y menos evidente pero decisivo, hacia una estructura urbana más sostenible. Falta enlazar estos elementos unidos a otros para lograrlo. Es como si tuviésemos casi todos los ingredientes, pero todavía no el plato cocinado.

La sostenibilidad urbana (en sus tres líneas ecológica, económica y social) que muchos se preguntan en Chile qué es (al punto de que se ha llamado a licitación una investigación al respecto) pasa forzosamente por la “eficiencia del sistema urbano” un sistema urbano es más eficiente si los tiempos de movilidad y los gastos energéticos son menores (Santiago es un caso crítico). También es clave diseñar los parques en red, en el sentido que forman parte de una estructura ecológica continua y endémica, que se debiera mantener “lo más autosuficiente posible” (revisar Berlín). Si un sistema urbano es eficiente y el acceso a los beneficios de esa eficiencia es democrático (todas las áreas de la ciudad están universalmente accesibles al transporte, a los servicios y a las áreas verdes, ver Copenahue), entonces ese tejido urbano “es más competitivo que otro”, un sitio que cumpla esas características es “un sitio más atractivo para vivir”, y como atractor implica una demanda por localización de actividades y residencia. En resumidas cuentas un ciclo económico positivo, beneficioso para la comunidad y respetuoso con el medio ambiente.

Diseñar las piezas que componen la estructura urbana, es una labor más cuidadosa que la zonificación y el excel, e implica una revisión a más escalas, niveles y detalle. Caricaturizando es más que “…esto ponlo por acá con tantos metros cuadrados, dime cuánto vale, cuánto pone quién y adelante”, porque ubicando exactamente los mismos elementos y con la misma inversión el resultado puede ser un proyecto disperso, ineficiente, sin estructura y con menos posibilidades en el tiempo de ser un sitio atractivo.

Pero, como he dicho, para logarlo ya tenemos incorporados algunos elementos clave, como las vías de evacuación, estos ejes peatonales perpendiculares al mar debieran tener la obligatoriedad de estar vinculados a paradas de transporte público y que en los puntos altos o las áreas seguras de estas vías consideraran la localización inmediata de los equipamientos principales. Esta pieza más compleja que conecta los equipamientos con el mar mediante un paseo peatonal con paradas de autobuses y parque en la costanera, genera estructura urbana y es clave para la sostenibilidad del sistema.

A modo de ejercicio abstracto o metodología proyectual es fundamental diseñar la ciudad para que funcione sin autos, el diseño de la ciudad se estructurará en torno a nodos de transporte relacionados a ejes de accesibilidad peatonal y ciclovías con equipamientos, mas una relativa mayor densidad en su entorno inmediato. Cualquier diseñador podrá observar que el espacio no ocupado por esta ciudad sin coches es suficiente para que los coches quepan, por lo que pueden agregarse a continuación pero ya no dependiendo de ellos ni entorpeciendo el sistema (ahora le llaman ciudad inteligente al sentido común), aunque los autos sigan existiendo en formatos más eficientes y mas atomizados, es la movilidad sostenible bien enlazada la que genera en primer término una ciudad con calidad de vida.

Invito a todos los equipos redactores de planes que estudien el urbanismo de las piezas, aquel que ha dado forma a los bulevares de Paris, al paseo Bulnes o al parque Forestal de Santiago, el urbanismo que el genio de Cornelis van Eesteren ocupó en la admirada Amsterdam, un urbanismo menos abstracto, más formal y funcional en donde es necesario.