Plaza Hernán Alessandri y el empoderamiento ciudadano

Imagen gentileza Galerías de Terra

Ayer, mientras me arreglaba para ir al trabajo, escuché un “Oooh la plaza no se va, no se va, no se va, la plaza no se va”, entonces puse atención a las noticias. Era un grupo de estudiantes de la UTEM que se manifestaba en contra de la tala de árboles y destrucción de la plaza Hernán Alessandri, en Providencia. El asunto, según lo que he podido leer, es que la Clínica Avansalud quiere construir estacionamientos y para esto necesitan ensanchar de la calle Dr. Hernán Alessandri. La Municipalidad autorizó el proyecto, por lo que la plaza ubicada ahí debe desaparecer. A modo de compensación, el alcalde propone hacer una nueva plaza en un sitio cercano al Hospital Salvador, pero los estudiantes, quienes alegan que esta plaza es su única área verde, señalan que la ubicación del parque que desean hacer no es muy útil para ellos y que no permitirán que se talen los antiguos árboles. Y de hecho así fue, cuando llegó personal municipal con las motosierras y no pudieron cortar ni una sola hoja.

Inevitablemente me recordó el asunto de Punta de Choros, cuando cientos de personas llegaron hasta La Moneda para pedir que no se construya la termoeléctrica en dicho sector. En esa ocasión la petición de los ciudadanos fue acogida y finalmente no se construyó el proyecto. Por otra parte, nos encontramos con situaciones donde los vecinos se unen para pedir que enrejen sus calles, llegando incluso a la corte suprema. Y así, Patagonia sin represas y una manifestación tras otra. Finalmente muchos ciudadanos y vecinos están tomando lugar en el desarrollo de sus ciudades, ya sea por motivos de seguridad, medioambientales, éticos o sencillamente por su propia calidad de vida. Quizás estos hechos eran más frecuentes de lo que pensábamos, sin embargo el lugar que hoy ocupan en la pauta de los medios, nos habla de un firme posicionamiento de las organizaciones ciudadanas. Es verdad que cada vez tienen más cabida los plebiscitos comunales, como el del Mall en Martín de Zamora o el que se realizó a principios de 2009 en Vitacura, pero sin duda que nos falta mucho por aprender.

La mayoría de las veces en que se genera este tipo de participación, es más bien reaccionaria. Es decir, los vecinos protestan o reclaman frente a un determinado hecho que se está por ocurrir o que ya sucedió. Y por el lado de las autoridades, la actitud es prácticamente igual. Las empresas, los municipios o los gobiernos centrales deciden incluir a los ciudadanos cuando ya sienten mucho ruido respecto de sus obras, pero pocas veces se nos invita antes que está se concrete. Es verdad que cada vez tenemos más incentivos legales para estas actividades, por ejemplo, muchas municipalidades hace años que cuentan con una Ordenanza de Participación Ciudadana, que existe un Instructivo Presidencial sobre Participación Ciudadana, y que cada vez surgen más fondos económicos para las diversas organizaciones. Pero, como ya hemos insistido en otras columnas no bastan incentivos aislados si no está la real voluntad de la autoridad de planear su ciudad o su comuna, a largo plazo y en conjunto con sus habitantes.

Y esto que para muchos puede sonar repetido, pero suceden en muchos lugares del mundo, Estados Unidos, España, Japón.  Existe un abismo cultural, pero sólo a modo les presento un caso concreto seleccionado en el Best, Dubai 2004.

Foto vía Flickr, por cheeweng

Planificación de Kyoto, entre las autoridades y sus propios habitantes

Conocida y admirada es la tradición oriental del respeto hacia sus antepasados y tradiciones. Identidad cultural que podemos apreciar en su forma de actuar y de preservar templos y distintos vestigios de un pasado milenario. Uno de ellos es el centro de la golpeada ciudad de Kyoto, donde se encuentran las reconocidas viviendas de madera, Kyo – Machiya. Estas construcciones han sido protegidas durante siglos, hasta el día de hoy, no sólo por su infraestructura sino también por el estilo de vida desarrollado en ellas, transmitido de generación en generación, como parte de su cultura oral.

¿Cómo lo hizo Kyoto?

Lógicamente con una planificación a largo plazo. En primer lugar en 1997 se creó el Centro para la Cooperación Comunitaria de Kioto, que promueve el vínculo entre las autoridades municipales, los vecinos y los privados. Esta es la primera instancia de los ciudadanos de Kioto para conocer e incluirse en el planeamiento de su ciudad.

Luego en 1999 que el gobierno local elaboró el Concepto Rector de la ciudad. Este plan señalaba expresamente que el municipio y los ciudadanos deben cooperar como agentes responsables para el futuro de Kioto y de hecho, en el Plan Rector de la ciudad se expresa el vínculo que debe existir entre los vecinos y las autoridades municipales.

La autoridad buscó en primer lugar, acercar la ciudad a sus habitantes y mantener a sus habitantes en Kyoto, y por otro lado buscó un desarrollo económico, siempre basándose en el respaldo de sus habitantes. Y, a pesar que la ciudad japonesa cuenta con una Ordenanza de Participación Ciudadana (2001), mucho más nueva que la de Coyhaique o la de Ñuñoa, por ejemplo, los resultados distante bastante de los casos chilenos.

Más allá de enumerar obras como podrían ser, la panificación a largo plazo con el alumbrado de gas, el canal del lago Biwa, los primeros tranvías eléctricos de todo Japón y la modernización general de Kyoto, donde existió una fuerte participación de los habitantes, hay que celebrar y tomar el ejemplo de la unión que existió entre las reuniones de los vecinos, el Centro para la Cooperación y las autoridades. Este triple pacto llevó a que los propios vecinos desarrollen las reglas de Kyoto, hecho que los ha transformado en promotores orgullosos de sus tradiciones y su ciudad.