Estudio revela dónde se concentran los sitios menos queridos por los capitalinos

El Observatorio de Ciudades de la UC realizó un catastro de los usos de suelos no deseados, y las comunas donde se ubican.

por Angela Neira
(La Tercera – 13/09/2010)

Cualquier santiaguino tiene claro que la ciudad necesita sitios donde botar y acumular la basura, donde tratar los residuos que salen de sus baños y donde poder destinar a aquellos que infringen las leyes. El problema es que nadie quiere tenerlos cerca de su casa.

Es lo que los urbanistas denominan LULU (Locally Unwanted Land Use). Esos elementos fueron abordados por el estudio “Cartografías contemporáneas de Santiago”, de los investigadores del Observatorio de Ciudades UC, Ricardo Truffello y Luis Valenzuela (director), quienes realizaron un catastro de los “usos de suelos no deseados”. La idea era determinar dónde se ubicaban. Y luego, por qué razón se concentran en algunas comunas.

Según el estudio, hay al menos 10 usos de suelos no deseados en la Región Metropolitana, y la mayoría de ellos se localizan en la zona sur y poniente. Hay de todo: rellenos sanitarios, vertederos ilegales, estadios y equipamientos de seguridad, como cárceles y comisarías.

El geógrafo Alejandro Truffello afirma que “teníamos las sospechas de que las concentraciones de usos no deseados estaban en las comunas con menor poder de fiscalización, donde efectivamente los ingresos eran mucho menores y desde el punto de vista de la reacción de la población se hace más difícil oponerse a este tipo de situaciones (…) Nuestra sorpresa fue que no esperábamos que dichas concentraciones fueran tan claras”.

Hay casos emblemáticos: algunas concentraciones no deseadas de estos lugares se agrupan en comunas como San Joaquín, “que tiene problemas derivados de localización industrial bastante fuerte y todo lo que trae con los desechos”, cuenta Truffello. Otros ejemplos: Lo Espejo, Pudahuel, Renca, Conchalí y Quilicura. Las que menos tienen son Providencia, San Pedro (Melipilla), Alhué, La Reina y Lo Barnechea. “Es mucho más fácil ir a botar la basura a Conchalí, que ir a Las Condes, porque en la segunda es mayor la fiscalización”, agrega Truffello.

El director Luis Valenzuela afirma que estos elementos “deterioran el entorno de los barrios aledaños, afectando la calidad de vida de comunidades vulnerables. Pero, además, al estar localizadas en concentraciones, los impactos negativos de estas necesarias infraestructuras se multiplican”.

Ciudades en crecimiento

Según Valenzuela, estos espacios se generan debido a que a medida que las ciudades van creciendo, los requerimientos de botar basura o limpiar las aguas también aumentan. La situación produce contradicciones en el desarrollo urbano, pues “a medida que crecemos generamos más desechos, requerimos más agua para uso sanitario, necesitamos vertederos, pero nadie los quiere cerca de sus casas”.

No es lo único. El análisis establece que estos elementos son factores influyentes en las diferencias de precios del uso de suelo de acuerdo con la comuna. Por ejemplo, en Lo Espejo o Puente Alto, el precio del metro cuadrado bordea entre 0,5 UF y 3 UF, mientras que en sectores como El Golf o el centro de Santiago los valores fluctúan entre 120 UF y 125 UF el metro cuadrado.