Carta destacada de la semana: “Las lecciones de Barrancones”

De más está decir que las dos termoeléctricas que se pretendían ubicar a pocos kilómetros de Punta de Choros causaron más que algún dolor de cabeza al Ejecutivo. Esto, luego de la arremetida de la opinión pública, y figuras de relevancia nacional, producto de lo cual el Presidente Sebastián Piñera tuvo que negarse a dicha propuesta al menos en la ubicación en la que originalmente se tenía planeada.

En dicho contexto, Alex Muñoz, Director Ejecutivo de Oceana, escribió una carta publicada por La Tercera el 27 de agosto del 2010.

Señor director:

En una decisión inédita, el Presidente Piñera anunció ayer que la Central Termoeléctrica Barrancones no se instalará en la comuna de La Higuera -en la región de Coquimbo- como estaba concebido, sino que sería relocalizada por la empresa Suez Energy.

Este anuncio tiene varios alcances que amerita desglosar. En primer lugar, valoramos la decisión del Presidente de tomar las acciones conducentes a evitar un error que habría tenido impactos irreversibles, tanto en un ecosistema tremendamente valioso, como en las comunidades locales que viven de los recursos naturales. Tampoco debemos olvidar que el sistema destinado a evaluar el proyecto no funcionó y, en consecuencia, hay tareas por hacer para no depender en el futuro de otra decisión del Mandatario que corrija lo que los organismos técnicos no hicieron bien.

En segundo lugar, hablar de relocalización del proyecto termoeléctrico no parece ser una prerrogativa exclusiva del Presidente de la República. Si la empresa desea instalar su planta a carbón en otro lugar, deberá empezar desde cero su tramitación en el sistema de evaluación de impacto ambiental. Por lo tanto, desde ese punto de vista, entendemos que el proyecto Barrancones ya no existe.

Lo tercero es que el problema de las termoeléctricas a carbón trasciende la situación de esta central en particular, ya que hay otros diez proyectos similares en carpeta, incluyendo la central Castilla, que es cuatro veces mayor a la planta de Suez y, por lo tanto, mucho más contaminante en la misma proporción. Todas estas centrales debieran ser revisadas con mucha atención y procurar que no se tomen más decisiones erróneas como la de la Corema de Coquimbo esta semana.

Es evidente que Chile tiene necesidades energéticas que debe resolver a un costo económico realista. Sin embargo, debemos hacer una nueva ecuación entre el precio de la energía y los impactos en el medioambiente y la salud, que hasta ahora no son internalizados por las empresas generadoras, sino que son absorbidos principalmente por las comunidades locales.

Para estos efectos, el gobierno debería revisar su política energética y redoblar los esfuerzos para reemplazar el carbón por fuentes limpias. Chile tiene condiciones óptimas para el desarrollo de energías renovables no convencionales como el viento, el sol y las corrientes marinas. Con una política decidida podríamos convertirnos en un país líder en esta materia, con el incentivo adicional de contribuir al mejoramiento de nuestra imagen internacional en el ámbito ambiental, que en otras ocasiones ha estado marcada de manera negativa.

Debemos destacar, además, los ribetes políticos de la manera cómo se gestó la decisión presidencial. Como nunca antes, las agrupaciones ambientales locales nacionales e internacionales, las redes sociales, los científicos, comunicadores y personas comunes y corrientes se han organizado y ordenado en función de una causa común para pedir que se rinda cuenta de una promesa electoral. Los contundentes antecedentes científicos y técnicos hicieron eco en la ciudadanía para exigir el respeto a uno de nuestros ecosistemas marinos más valiosos.