Parque Araucano ¿Espacio público o de rentabilidad?

Estudios recientes indican un fuerte déficit de espacios públicos en nuestras ciudades, en Santiago por ejemplo el promedio de áreas verdes es de 4,7 metros cuadrados por habitantes, cerca de la mitad de lo que sugiere la Organización Mundial de la Salud. Sobre esta base, resulta inentendible que mientras la evidencia demuestra la necesidad de diseñar nuevas políticas que incentiven la creación y desarrollo de áreas verdes en la ciudad, se impulsen proyectos que pueden llegar atentar sobre uno de los pocos espacios públicos consolidados y más visitados de la ciudad.

Durante los últimos meses, distintos proyectos impulsados por el municipio de Las Condes han generado incertidumbre respecto al destino que tendrá el afamado Parque Araucano, ubicado en el corazón de ésta comuna. La realización de un megaproyecto de entretención familiar y el trazado de un tranvía que fraccionaría el parque en dos han generado molestias en los vecinos del sector al utilizar superficie importante de este espacio para tales fines. El futuro de las 30 hectáreas destinadas al esparcimiento y entretención de los fanáticos de la naturaleza y el deporte se ve puesto en cuestión ante emprendimientos que sugieren bastantes dudas y conflictos en términos de gestión y diseño urbano.

Pese a que la construcción de un tranvía debiera ser una gran noticia para la ciudadanía al incentivar un sistema de transporte limpio y eficiente, un grupo de vecinos recalca el pésimo diseño que tendría el mismo al proyectar un tramo que seccionaría el Parque Araucano. La iniciativa comprende (aparte del trayecto de Avenida Las Condes) un recorrido de un kilómetro por Rosario Norte, entre las avenidas Apoquindo y Kennedy, y apela a crear un sistema que sirva como alimentador al metro y a una red troncal de buses. Si bien la idea es interesante considerando que la zona recibe una alta población flotante producto de la concentración de locales comerciales, oficinas y centros de estudios, es importante considerar las externalidades negativas que podría llegar a tener el proyecto en la usabilidad y tranquilidad del parque.

Además, lo anterior se ve exacerbado si le sumamos la instalación de un centro de entretención familiar en el sector donde antiguamente se encontraba la piscina del parque. El centro contará con una planta de 10 mil metros cuadrados, donde se emplazará un edificio de cinco niveles subterráneos con un centro de entretenimiento y educación llamado KidZania, un parque acuático, spas, un gimnasio, un acuario y 500 estacionamientos.

En términos sencillos, esta infraestructura puede llegar a generar un alto impacto al privatizar parte importante de un patrimonio público, segregando sus usos y creando dinámicas excluyentes para quienes asisten al parque con fines recreacionales al aire libre. Esto convertiría a este espacio en un negocio por sobre un proyecto integrador, ya que la mayoría de las personas que asistan a sus inmediaciones lo hará para fines que distan bastante de los usos que tiene el Parque Araucano en la actualidad.

En relación a lo anterior, se ha dicho que el emprendimiento se encuentra dentro del porcentaje que la normativa posibilita licitar para tales fines (5% de la superficie del terreno), por tanto el parque no se vería radicalmente afectado, sino que, por el contrario, se fomentaría su utilización durante las distintas épocas del año. No obstante, resulta dudoso e ilusorio pensar que las externalidades de un proyecto comercial de 10 metros cuadrados no tendrán ningún impacto ambiental en las distintas áreas del parque.

Estas inversiones bien podrían traer beneficios a la comunidad. El caso del tranvía es una excelente iniciativa que bien diseñada y gestionada puede ser una alternativa realmente eficiente y ecológica que desincentive el uso del automóvil y aporte en la calidad de vida de las personas. Sin embargo, es importante preguntarse en base a que costos los gobiernos locales (municipios) están impulsando las inversiones en sus comunas. Es necesario examinar el trasfondo mediante el cual los municipios en algunas ocasiones están basando muchas de sus políticas y estrategias en pos de generar recursos más que en aportar realmente a la calidad de vida de las personas. Como alguien dijo por ahí: ¡No se desviste un santo, para vestir a otro!