Aprendiendo de Bielsa a hacer Ciudad

El día en que Chile quedó eliminado del Mundial de Sudáfrica definitivamente algo cambió en la sociedad chilena. Ese día los reporteros le preguntaban a la gente en la calle sobre el futuro de la selección chilena, y una misma respuesta se repetía persistentemente: La gente quería que Bielsa siguiera cuatro años más como entrenador, ya que esto del fútbol es “un proceso de largo plazo”. Alucinante. Por primera vez creo que hay un concenso en Chile porque puedan exisitir procesos de largo plazo y lo mejor, parece que estamos dispuestos a llevarlos adelante. Al menos la gente en la calle ese día así lo pedía.

Bielsa nos está enseñando que el fútbol es un proceso que requiere tiempo, y que un equipo no se forma de un día para otro. Menos una selección nacional. Se requieren años, perseverancia, entrenamiento… lo mismo que Pellegrini no le pudo explicar al Real Madrid, pero que en Chile muchas dueñas de casa, taxistas, profesores, estudiantes -ciudadanos todos- si entendimos de Bielsa.

Entonces si para construir un buen equipo de fútbol -digamos una selección nacional- se requieren como 4 años, ¿Cuánto tiempo se necesita para construir una buena ciudad? ¿Cuántos años se requieren para planificar un buen sistema de transporte público? ¿Y cuántos para imprementarlo? ¿Cuánto tiempo se requiere para reconstruir después de un terremoto grado 8.8? ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que un barrio envejezca y entre en deterioro? ¿Cuántos años se requieren para revitalizarlo? ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que nos demos cuenta de los efectos de que se vayan los colegios de una comuna?

Justamente el tiempo y los procesos de largo plazo son elementos totalmente fundamentales para planificar, proyectar, construir, ciudad. Pero hasta el momento en Chile ni la ciudadanía ni los políticos del gobierno de turno así lo entienden.

Estamos acostumbrados -y además lo justificamos- a que los procesos de ciudad se subordinen a los períodos presidenciales, o edilicios, y cada cuatro años empieza todo de nuevo. Se cambian a los ministros, a los profesionales más técnicos, se cambian las prioridades, los presupuestos y empieza todo de nuevo. Y así cada vez, como el día de la marmota. Y ejemplos de esto hay tantos como proyectos urbanos o políticas públicas en carpetas que se arruman en las bodegas de los ministerios y los municipios.

Pero la “Era Bielsa” nos abre una luz de esperanza. Si los chilenos empezamos a entender que para el fúlbol se necesita tiempo, quizás no falte tanto para entender que para hacer ciudad, necesitamos visión de largo plazo, tiempo y paciencia.

Y probablemente lo más importante: No sólo las buenas prácticas en la ciudad se ven a largo plazo, las malas también. Cuando se expande la ciudad hacia la periferia sin servicios básicos, o sin un mix de usos adecuado, o si áreas verdes, los efectos negativos no se ven ni en un año ni en 5: se ven en la siguiente generación. Y los costos los pagarán los hijos de quienes estén obligados a irse a vivir al final de Puente Alto, Colina, Maipú o del sector que sea.

Los tiempos de la ciudad obviamente no coinciden con los tiempos de la política. Aunque queramos mostrar resultados en 4 años, la mayoría de las veces es imposible. Esta es la injusticia más grande de que en Chile no tengamos la capacidad de hacer ciudad a largo plazo, que ni siquiera sepamos los costos al tomar las decisiones importantes para nuestras ciudades, por lo que obviamente los tendrán que pagar otros, y siempre son los mismos: los que no tienen derecho a elegir.

Ojalá la visión de largo plazo que inspira Bielsa no sea sólo una golondrina de primavera.

*Este artículo tiene como origen una conversación con David Basulto.