PRMS, un rechazo revelador: Santiago necesita un Proyecto Estratégico Metropolitano.

Por: Matías Garretón. Arquitecto y Doctorante en Urbanismo, Universidad Paris Est, LVMT-INRETS.

El rechazo a la propuesta de modificación del PRMS ha dado fuerza y visibilidad al debate acerca del desarrollo del Gran Santiago (GS), lo que es sano y necesario. Pero esto también revela hechos preocupantes, como las inexactitudes y la falta de horizontes de la propuesta que debería orientar su evolución en los próximos decenios.

En esta columna me concentraré en tres aspectos que me parecen graves: utilizar el argumento de la vivienda social para justificar una decisión que no favorece en nada a los beneficiarios de este sector; una omisión fundamental en el diagnóstico de la modificación, al no considerarse la distribución actual del empleo; y sobre todo la carencia de una estrategia de desarrollo que permita mejorar la calidad de vida y la competitividad metropolitanas. Esto último debería ser el punto de partida para elaborar un proyecto participativo de ciudad coherente, solidaria y moderna.

1. La extensión del límite urbano no es necesaria para construir vivienda social.

El argumento demagógico de que es necesario liberar terrenos para los más pobres ha sido esgrimido hasta el cansancio para justificar la extensión del límite urbano. Esto es una verdad a medias, el MINVU ha usado durante decenios su potestad de construir vivienda social fuera del límite, lo que explica la localización principalmente periférica de estos proyectos. Incluso en el caso de las inmobiliarias privadas, existe la normativa de los PDUC y otras figuras de desarrollo condicionado, que permiten construir más allá del límite siempre que se cumplan ciertos criterios, como la inclusión de porcentajes mínimos de vivienda social. Además, dentro del actual límite existen reservas importantes de suelo sin utilizar, incluyendo eriazos en pleno Santiago Centro.

El criterio implícito en este tipo de justificaciones, según las declaraciones de Fernando Echeverría, el intendente de la Región Metropolitana, es que los terrenos “aptos” para construir vivienda social son aquellos que cuestan menos de 1 UF el m2. Esta selección exclusivamente basada en el costo directo del suelo es el factor que ha determinado la construcción masiva de este tipo de proyectos en periferia, transformando de paso al Estado en el principal agente segregador de las ciudades chilenas (Hidalgo 2007). Aunque las normas actuales incluyen criterios de accesibilidad para los nuevos proyectos, esto no se cumple, porque se perdería la rentabilidad del negocio. Lo absurdo de este sistema es que no se considera el gasto impuesto a otros ministerios y a las municipalidades, que deben pavimentar, crear infraestructuras de servicios, escuelas, espacios públicos, etc. Las estimaciones varían de caso a caso, pero al considerar este conjunto de elementos, el costo adicional de urbanización se acerca al nivel que permitiría pagar terrenos más caros en zonas consolidadas de la ciudad. ¡Y ni siquiera hemos hablado del costo social que implica crear guetos marginales!

En otras palabras, antes de ampliar el límite deberían crearse mecanismos de integración presupuestaria y de subvención cruzada a la compra de terrenos, para poder construir vivienda social en zonas con buena accesibilidad.

2. Una omisión fundamental en el diagnóstico: la concentración del empleo en el GS.

Para entender por qué es necesario construir vivienda social cercana al centro, basta ver el mapa de empleo en el GS. Gran parte de los conjuntos construidos hasta la fecha se sitúan lejos de las zonas que concentran la mitad del empleo metropolitano (Santiago, Providencia, Las Condes poniente y sectores colindantes), lo que genera fuertes desigualdades de accesibilidad al mercado laboral (Garreton 2010). Además existe una fuerte correlación entre localización del empleo y atracción de viajes por otros motivos, porque el lugar de trabajo es al mismo tiempo una fuente de servicios para otros usuarios. En economías principalmente terciarias, como es el caso del GS, la distribución del empleo coincide con la de las oportunidades – educativas, sociales, culturales, etc.- que ofrece la ciudad. Es evidente que al alejar del centro a familias que tienen presupuestos exiguos o casi nulos para desplazarse, se limita enormemente sus posibilidades de integración y desarrollo. Los supuestos sub-centros de empleo, que darían trabajo cercano a los nuevos pobladores de la periferia y que sólo alcanzan una relativa importancia (principalmente empleo industrial) cerca de las extensiones propuestas en Quilicura y San Bernardo, claramente no son una alternativa real de mercado laboral ni de actividades.

Esta omisión también afecta la credibilidad del argumento – que además es contradictorio con la evidencia internacional (Orfeuil 2008) – de que para descongestionar el GS sería necesario desplazar parte importante de la población a la periferia. Si los principales atractores de viajes siguen en el centro, aumentar el peso demográfico en las afueras sólo conseguirá alargar los viajes, aumentar la dependencia al automóvil y agravar la congestión. Para evitar esto, hay que hacer exactamente lo contrario de lo que se proponía: es necesario incentivar el repoblamiento del centro. El espacio existe, hoy vive menos gente dentro del anillo Américo Vespucio que hace dos décadas (MINVU 2010) y quedan eriazos importantes para construir. En vez de concentrar la atención en el límite, hay que construir la ciudad desde adentro, preocupándose de la calidad de los espacios y del transporte públicos, para que vivir en el corazón de la ciudad sea una alternativa atractiva.

3. Construir una estrategia de desarrollo metropolitano es tarea de todos.

El principal argumento técnico usado para justificar la extensión del límite es, precisamente, la tendencia de redistribución de la población desde las comunas centrales hacia la periferia (MINVU 2010). En la memoria de la modificación rechazada jamás se cuestiona si esta tendencia es deseable o no, tampoco se considera preocupante que el GS tenga un saldo migratorio negativo, lo que revela una pérdida de atractivo de la capital. Estos hechos son aceptados con una pasividad desconcertante. ¿En qué momento la planificación urbana en Chile dejó de ser una acción concertada e inteligente para revertir las tendencias nocivas y favorecer las deseables?

En una época en que la revitalización de los centros urbanos y la competitividad metropolitana son preocupaciones universales (Davezies 2008), no podemos reducir los horizontes de desarrollo urbano a hectáreas de más o de menos a incluir dentro del límite. El deterioro de la calidad de vida en el centro no es una fatalidad, al contrario, esta zona puede llegar a ser la más atractiva de una metrópolis. La razón de ser de las ciudades es precisamente la intensidad de intercambios de todo tipo, lo que puede favorecer al mismo tiempo la igualdad de oportunidades, la calidad de vida, la riqueza cultural y la eficiencia productiva; gracias a la proximidad y sinergia de actividades diversas.

Estas son ambiciones necesarias para orientar la evolución de la capital de un país que empieza a considerarse como parte del mundo “desarrollado”, pero no pueden lograrse sin una concertación amplia. Si bien es cierto que durante la elaboración de la modificación rechazada se avanzó en la difusión y en la negociación con algunas municipalidades – principalmente las beneficiadas por la extensión – esto es todavía insuficiente. La propuesta será reestudiada y tenemos que aprovechar esta oportunidad para dar un salto desde la noción de plan de regulación a la de estrategia de desarrollo, que involucre a los principales ministerios con competencias de desarrollo urbano, a todas las municipalidades del GS, a las universidades y a las organizaciones ciudadanas. En vez de actuar en los márgenes hay que proponer una visión de conjunto coherente, sustentada por una mejor comprensión de las dinámicas urbanas y que oriente la construcción de una ciudad solidaria, atractiva y dinámica.

Todo esto puede parecer excesivamente ambicioso y fuera de nuestro alcance, pero es importante apostar por ideales, que aunque no se cumplan a cabalidad al menos nos ayuden a avanzar. Démosle sentido al Bicentenario, en vez de mirar al pasado démonos el lujo de escoger hacia dónde queremos evolucionar.

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Referencias

DAVEZIES L., (2008), La république et ses territoires, ed. La république des idées, Paris.

GARRETON, M. (2010), Desigualdades de acceso al mercado laboral en el Gran Santiago. En publicación.


HIDALGO, R. (2007), ¿Se acabó el suelo en la Gran Ciudad? Las nuevas periferias metropolitanas de la vivienda social en Santiago de Chile. Revista EURE, Vol. XXXIII, Nº 98, pp. 57-75.

MINVU (2010), Memoria explicativa modificación PRMS, consultado el 20/06/2010 en http://www.seremi13minvu.cl/opensite_20100413171128.aspx
ORFEUIL, JP. (2008), Une approche laïque de la mobilité, ed. Descartes, Paris