Políticas Urbanas: ¿Decisiones de expertos o derecho de los ciudadanos?

Foto vía Flickr, por Natu

El último plebiscito comunal realizado en Chile, que buscó definir por voluntad de los propios vecinos el uso del suelo en un amplio sector de Martín de Zamora, alcanzó bastante éxito si consideramos que el 40% de los 3.900 inscritos votaron. Si a esto sumamos la amplia cobertura mediática, durante el proceso y el día de la consulta, podríamos decir que este fue un caso de éxito para el alcalde De la Maza. No así, y por consiguiente la desaparición de parte del Parque Araucano, proyecto del que no se supo nada hasta que estuvo completamente aprobado.

Ahora, pasada la conmoción de los vecinos y la tribuna mediática de la televisión, quedan algunos debates sobre la mesa y la misión de no hacer de estas consultas ciudadanas un hecho noticioso, sino más bien una cotidianeidad ¿O no?

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He escuchado varios comentarios, incluso he leído un par de tweets que hacen la analogía del urbanista con el cirujano

. Señalan que por qué los especialistas en ciudad deberían preguntarle a la población (asumiendo que no tienen conocimiento alguno) sobre qué hacer o dejar de hacer respecto de las obras, planos reguladores y vialidad de una determinada comuna, y si los cirujanos deberían preguntarle a sus pacientes qué tipo de intervención deberían realizar. Se han argumentado muchos puntos en contra, como que las consultas ciudadanas retrasarían por años los proyectos produciendo un estancamiento en las ciudades, dejándolas sin servicios quizás por muchos años y otras predicciones realmente terroríficas. Se asume también que la población siempre está en contra de los proyectos

, basándose en la contaminación acústica y visual que provoca cualquier proyecto de dimensiones, sin razonar (o escuchar algunas declaraciones en televisión) que hay vecinos que sí quieren y desean la llegada de un mall o de una universidad cerca de sus hogares, ya que consideran que esto les podría traer mayor seguridad a su barrio, un lugar cercano, y por ende muchas veces económico, para una salida familiar o para que sus propios hijos o nietos accedan a un establecimiento educacional. Finalmente se ha dicho que el sistema de plebiscito es muy costoso

. Yo no soy especialista en números (si alguien tiene el valor monetario de hacer una consulta ciudadana, feliz que contribuya a esta reflexión) pero esto es lo que sentencia el día 9 de junio: “Si se adopta el mecanismo del plebiscito comunal en todos los casos en que se pretende levantar una obra de envergadura, lo más probable es que muy pocos proyectos se lleven a cabo, o que a su costo haya que agregar montos desmesurados”.

Por otro lado se encuentran los defensores de las consultas ciudadanas, los voceros que animan a sus vecinos a votar y las pocas autoridades que han creído en este sistema. Argumentan que los vecinos y los ciudadanos tienen derecho a decidir sobre sus comunas, pues en su mayoría pagan sus servicios básicos y como señala la literatura qué es la ciudad, sino su gente. No por nada la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades

expresa: “se contemplan los plebiscitos comunales para zanjar situaciones relativas a inversiones de desarrollo, modificaciones a los planes reguladores y otras tantas que tengan que ver con la competencia municipal”.

Creo que aquí, humildemente, hay dos temas que no se han profundizado lo suficiente. En primer lugar, y como mencionaba anteriormente, algunas autoridades y algunos empresarios consideran que este sistema es engorroso, y lo único que produce son trabas. Quizás es verdad, no todas las políticas urbanas deban ser cuestionadas por la ciudadanía, pero ciertamente hay temas que podemos construir en conjunto. Pienso que las autoridades y empresarios no han sabido sacarle provecho estas situaciones y se instalan en el escenario negativo de manera automática. Podrían hacer de estas una ocasión de cercanía con los ciudadanos, alcanzar la empatía y el contacto que tanto buscan durante las campañas electorales, pero las desparovechan, se las farrean. Un idea podría ser realizar más consultas ciudadanas y menos plebiscitos

, talvez, la población podría elegir o incluso proponer más ideas para nuevos proyectos, más allá de sólo poder señalar sí o no. Pero hay algunos casos en que esto ha ocurrido y exitosamente, como fue el en 1997 y 2006, consulta de la cual se han realizado bastantes proyectos, o también como con proyectos como un nuevo estadio para san Antonio, el desarrollo de una ciudad empresarial o la expansión sur del puerto.

Y en segundo término, considero que levantar o bajar el pulgar, como forma de participación ciudadana, es un tanto añejo para los tiempos actuales. O sea, para la época de los romanos puede ser, pero para proyectos en nuestras ciudades en 2010 esperamos algo mejor o no? Opciones más participativas e incluyentes, les dejo un solo ejemplo, porque ya me he extendido demasiado; donde los propios vecinos participaron y eligieron la plaza que más les gustaba. Muchas veces en Chile se considera participación ciudadana que los vecinos escojan el nuevo nombre para una calle o la ubicación de un símbolo para la ciudad, pero no se les pregunta con qué símbolo ellos se sienten verdaderamente representados.