Carta – Se ha acabado el tiempo: el plazo es Copenhague

(El Mercurio. 12/12/2009)

Hay momentos en la historia en los que el mundo puede optar por emprender diferentes caminos. La Conferencia del Clima COP15 de Copenhague es uno de esos momentos definitorios: podemos elegir el sendero hacia una prosperidad verde y un futuro más sostenible. O podemos elegir el camino del estancamiento y no hacer nada con respecto a los cambios climáticos, dejando una factura enorme por pagar a nuestros hijos y nietos. No es realmente una difícil elección.

El objetivo del gobierno danés es claro e inequívoco: estamos trabajando por un acuerdo ambicioso y global que reduzca las emisiones de gases de efecto invernadero y que cumpla con adaptación, tecnología y financiación. Además, Copenhague debería fijar una fecha tope para cerrar un acuerdo legal vinculante.

El tiempo tiene una importancia fundamental. Por cada día que transcurre, el precio se incrementa al igual que aumentan potencialmente las consecuencias catastróficas del cambio climático. Según la Agencia Internacional de la Energía, cada año perdido por inacción nos costará 500 mil millones de dólares. Tenemos que dejar que la presión juegue a nuestro favor y aprovechar el momento político para forzar a que los líderes mundiales se sitúen a la altura de su responsabilidad y actúen con rapidez frente al cambio climático.

La fecha tope de Copenhague funciona. Uno a uno los gobiernos de todo el mundo se pronuncian con anterioridad a la conferencia sobre el clima. Recientemente vimos unos objetivos concretos por parte de Brasil y Corea del Sur, y Rusia mejoró su oferta.

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El Presidente Obama ha anunciado los objetivos estadounidenses no sólo para 2020, sino quizás más evidentes para 2025 y 2030. Un 4% por debajo de los niveles de 1990 podría no ser lo que el mundo estaba esperando, pero parece ser que Estados Unidos sabe que el precio a pagar por llegar tarde va a suponer un camino, para las reducciones después de 2020, especialmente empinado, con un 18% por debajo de los niveles de 1990 en 2025 y un 32% en 2030.

También es algo nuevo y muy esperanzador el que China comparezca internacionalmente. Debemos analizar más detenidamente en qué se traduce el nuevo anuncio chino cuando hablamos de un porcentaje de la desviación del escenario habitual.

Todo ello es una clara señal de que el plazo de Copenhague está funcionando y que los líderes mundiales están sintiendo la presión de las expectativas de los ciudadanos, del mundo empresarial y del resto de la sociedad. Ahora ha llegado el momento para que esos líderes se ciñan a sus compromisos con nuestro planeta y presenten unos resultados en Copenhague.

Dinamarca no fijó el plazo para este mes de diciembre de 2009. Con el Plan de Acción de Bali de 2007, el mundo entero decidió que la COP15 de Copenhague fuera un punto de inflexión en la campaña, a objeto de poner al mundo en una senda más sostenible. Ciento noventa y dos países firmaron este mandato, y ahora no podemos dejar que el plazo se nos escape de las manos. Ha llegado la hora de actuar y ahora es el momento de aprovechar el ímpetu político. Los líderes mundiales han prometido una solución a los ciudadanos del planeta. Ahora es el momento de estar a la altura de esta responsabilidad y de presentar en Copenhague un acuerdo ambicioso y verdaderamente global sobre el clima.

El contenido del acuerdo consta básicamente de cuatro retos que requieren soluciones. El acuerdo debe contemplar para los países desarrollados unos objetivos vinculantes a mediano y largo plazo de reducción de gases de efecto invernadero. Y poner las grandes economías en desarrollo en una trayectoria más limpia y ecológica hacia la prosperidad. Finalmente, tiene que prestar ayuda a los países vulnerables; a los que más severamente y en primer lugar están afectados. El acuerdo tiene que poner una nueva y auténtica financiación adicional encima de la mesa (parte de ella tiene que financiar la adaptación en los países en desarrollo) y hay que llegar a un acuerdo acerca de cómo trabajar juntos para difundir y desarrollar tecnología y conocimiento. Esas son las cuatro piedras angulares que tenemos que presentar en Copenhague.

Y es nuestro deber solucionarlo. No tenemos otra alternativa. Tenemos que abordar el cambio climático y tenemos que hacerlo ahora mismo. Copenhague ha fijado el plazo. Se nos ha agotado el tiempo. Pongámonos manos a la obra.

Connie Hedegaard

Ministra para la Conferencia sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas Copenhague 2009