Otro debate en torno a Portal Bicentenario: ¿un Guggenheim en Chile?

GUGGENHEIM CHILE

El proyecto urbano más emblemático en Santiago de los últimos gobiernos, así como el laboratorio de una serie institucionalidades y estrategias público-privadas, no ha estado exento de polémicas y dificultades de distinto orden, que han condicionado el desarrollo de uno de los proyectos más ambiciosos del MINVU; a las peleas políticas entre el alcalde de Cerrillos y el gobierno, y al relativo fracaso de los primeros llamados a licitaciones  a inmobiliarias, se suman cuestionamientos de distintos grupos como la propia Federación Aérea. Ciudad Parque Bicentenario, aún sin tener viviendas y con las primeras 10 hectáreas de su parque ya inauguradas, ha tenido una historia larga de debates e inconvenientes; pero uno de los últimos que ha salido a la luz agrega como componente adicional, posibles repercusiones fuera del mismo; esta es la historia de cómo el Portal puede significar la instalación de fundación Guggenheim en Chile.

En 1928 Daniel Guggenheim, hijo del filántropo fundador de la fundación del mismo nombre, donó al gobierno de Carlos Ibáñez del Campo US$500.000 para la instalación del Aeródromo Cerrillos, con el fin específico de beneficiar “al pueblo chileno, ayudándolos a promocionar la educación y el estudio de la aviación“. Fue este el principal argumento que utilizó la Federación Aérea para presentar la demanda en contra del proyecto, cuando el 2006 el gobierno decidió cambiar su uso de suelo y desarrollar ahí el emblemático Portal. Si bien esta demanda no ha significado un verdadero obstáculo para el desarrollo del proyecto, ahora son los propios Guggenheim los que arremeten para hacer respetar la voluntad que tuvo su antepasado las primeras décadas del siglo XX.

El abogado de los Guggenheim, Michael Grasty, quien representa a Peter Lawson Johnston y su hijo, nieto y bisnieto de Solomon Guggenheim, y sobrinos de quien hiciera la donación al estado chileno, es claro al respecto: Chile no respetó el fin que exigía su donación: que el oro se invirtiera en el desarrollo de la educación y de la ciencia aeronáutica.

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Ahora bien, lo interesante es que el deseo de la familia no es detener el proyecto; sus aspiraciones y demandas no pasan por echar a tierra un proyecto que lleva años de desarrollo y en el que hay intereses políticos y económicos creados. La acusación es aún más particular y aguda, y pasa por el convencimiento de que se está utilizando este proyecto como un negocio inmobiliario para el propio Estado, y que si bien están dispuestos a pasar por alto el cambio de rol del terreno, no pueden decir lo mismo respecto a los beneficios que de éste se obtengan.

La propuesta para solucionar este conflicto la ha manifestado el abogado Grasty a revista Qué Pasa hace algunas semanas:

“Le propusimos al gobierno mantener la construcción de su parque, pero le pedimos que con el dinero de la venta de las 195 hectáreas restantes -unos US$ 300 millones de acuerdo al valor de ese paño en el mercado- creáramos una fundación público-privada (…) lo que nos permitiría, entre otras cosas, tener su representación aquí, promover el arte, mandar artistas chilenos a Nueva York, patrocinar a estudiantes de arte”.

¿Qué repercusiones podría tener algo así? Es claro que la instalación de una fundación Guggenheim en el país tendría consecuencias importantes en el mundo del arte, pero lo interesante estaría en la posibilidad de que estas repercusiones se den también en el ámbito urbano, con el ya conocido fenómeno Bilbao cuyo ícono más potente es precisamente el museo de esta fundación.

Lo que queda conociendo esta historia, son una serie de preguntas que si bien no podemos contestar aún, abre un debate y la posibilidad de impulsar una demanda; ¿Estará el gobierno de Chile dispuesto a aceptar la propuesta hecha por la familia Guggenheim? ¿Serán las ganancias del proyecto de Cerrillos tales como para concretar la implementación de dicha fundación? ¿Cuál sería el carácter de ésta y, por ende, las repercusiones que podría tener en el espacio urbano? De hacer un museo o una infraestructura equivalente, ¿cuál es el mejor lugar para emplazarlo? ¿Santiago, Valparaíso, Concepción u otra ciudad? ¿Cuál será la estrategia para que una intervención así resulte en mejoras significativas para la ciudad?