Editorial – Metro y cultura

(El Mercurio. 09/08/2009)

La gran expansión urbana de Santiago desde los años 60, que llevó a la autoridad a diseñar las primeras líneas de transporte subterráneo, comenzó a producir, también por esos mismos años, efectos importantes en la captación de audiencias a los eventos culturales de la ciudad. Por la lejanía o por el aumento de la inseguridad, se hizo cada vez más difícil contar con un público que asegurara la asistencia a recitales, exposiciones o espectáculos escénicos.
Hoy, las organizaciones que realizan este género de actividades buscan fidelizar al público mediante diversas estrategias, pues es poca la taquilla espontánea, atraída por la oferta cultural que se brinda en el simple tránsito por la ciudad.
A ese público apela ahora la Corporación Cultural Metro Ar- te, creada en 2002 y que ha logrado desarrollar un programa exitoso en torno a diversas activida- des culturales dentro del genero- so espacio de algunas de sus estaciones subterráneas.
Anexo a dicha entidad funciona también el Bibliometro, gestionado por la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, que se ha convertido en la mayor biblioteca pública de Santiago, con miles de socios y préstamos de libros, y muy bajos índices de incumplimiento en las devoluciones.
Esta experiencia del Metro de Santiago, aunque no es original, ha sido valorada por otros servicios de transporte en el exterior, debido a la buena gestión y la gran capacidad de convocatoria que exhibe, siendo gratuita la casi totalidad de su oferta. El difícil acceso a los centros culturales del radio urbano de Santiago ha hecho que para el ciudadano que vive en los sectores más alejados del centro, esos paneles, salas de exhibición y centros culturales formados en algunas estaciones sean su única oportunidad de vivir una experiencia sensible o de conocimiento que enriquezca su espíritu. Tales actividades sobrepasan el ámbito físico de las estaciones y ocupan espacios públicos importantes de la ciudad, como la Plaza de Armas o la rotonda Grecia, para recitales de música o actividades físicas.
La vocación masiva del público que puede captar la Corporación Cultural del Metro abre un abanico de posibilidades para cierta educación masiva en la apreciación de expresiones artísticas que requieren alguna guía, como la música clásica, la danza, el teatro o aun la ópera.