Columna – ¿Quién es Vicente de la Calle?

(La Tercera. 09/08/ 2009)

Por Pablo Allard

Se preguntan miles de chilenos que, desde hace semanas, contemplan el despliegue de metros cuadrados de vallas, carteles e intervenciones publicitarias en la vía pública de este nuevo candidato. Aún no marca en las encuestas, pero son cientos los que han visitado su sitio web (www.delacalle2010.cl), donde sorprende un simpático tipo que propone “la visión que Chile necesita.” Pues bien, el “Señor de la Calle” no es más que una ingeniosa campaña liderada por las empresas de publicidad en vía pública Anepco, Clear Channel, Publivía, Flesad, Andresen, Yes y Publi G, quienes, ante el descenso de sus ventas y el horror al vacío de sus plataformas, decidieron “llamar la atención” de los ciudadanos con un candidato ficticio que pusiera en relevancia el “rol social” de la publicidad: “Una estrategia creativa que persigue el objetivo de validar la vía pública como medio de alta visibilidad y alto impacto.”

Más allá de la genialidad de la idea o empatía que produce el candidato, es inaceptable y repudiable que una industria caracterizada por la contaminación visual, infringir la ley de tránsito, prácticas abusivas con vecinos y captura a los municipios para instalar estructuras irregulares en bienes de uso público, pretendan cumplir con un rol social. La ciudad no es un medio, es el lugar donde vivimos.

A diferencia de la publicidad en TV, radio o prensa, donde podemos discriminar, la experiencia urbana es inevitable, y si mi vecino “arrienda” un trozo de jardín para instalar una estructura de 20 metros de altura que me cubre de sombra todo el año, no me deja dormir por la intensidad de sus focos y en cualquier momento se me puede venir encima, la verdad es que mejor sería desmantelar sus vacías estructuras antes de llenarlas de ilusiones.

El “Señor de la Calle” más que validar la publicidad en la vía pública se dispara un balazo en el pie, ofreciendo la oportunidad que aquellos legisladores que no tengan intereses con estas empresas se atrevan a regular de una vez por toda la contaminación visual. En estos momentos en la Cámara se discute con fuerza la nueva ley que regula las antenas de celulares, so pretexto de sus efectos estéticos y contaminación visual. Parece insólito que se esté dando urgencia a una regulación que pretende modificar la Ley General de Urbanismo y Construcción exclusivamente para las torres de celulares, que prestan un servicio público innegable, y nadie se atreva a incorporar en la discusión otras estructuras de soporte, como la publicidad de la vía pública, torres de transmisión eléctrica y los miles de kilómetros de cables aéreos inertes sobre nuestras calles que nadie se responsabiliza de retirar. Esperemos que el programa de gobierno del “Señor de la Calle” se haga cargo de este tema, ya que la calle no es de “De la Calle”, sino de todos los ciudadanos.