Lo sospechoso de tres hombres en un auto

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  • Carril exclusivo para automóviles compartidos. Imagen de The Sun 

    La información publicada hace un tiempo indicaba que cada mes son 2 mil 300 los vehículos que son robados en el Distrito Federal, México, cifra que ha ido en constante aumento y que tiene de suyo preocupados a los más de tres millones de automovilistas que hay en la capital mexicana.

    Es por ello que las autoridades de la Secretaría de Seguridad Pública del D.F. (SSPDF) dieron inicio a un completo operativo que pondrá en las calles nada menos que a 1,492 policías que tendrán amplias facultades para hacer detener y supervisar cualquier vehículo que ellos encuentren sospechoso. Ahora bien, para evitar arbitrariedades – y teniendo en cuenta que el término “sospechoso” es bastante ambiguo, dependiendo de los particulares puntos de vista y valores de quien lo emplee – se ha decidido acotar el ámbito de acción a aquellos coches “con vidrios polarizados, o automóviles o motocicletas con tres o más ocupantes, pero del sexo masculino” . Al parecer el robo de automóviles es algo demasiado rudo o complicado como para ser cometido por mujeres o por personas solitarias, de ahí la precisa explicación de lo que se considera digno de sospecha en la vida pública. El instructivo no dice nada de aquellos que conducen automóviles con antifaz o medias en la cabeza, cuyo grado de sospecha quedará a criterio de cada efectivo. Más, después del salto.

    En todo caso, ya se avizoran en el horizonte algunos inconvenientes como la revisión masiva de los automóviles de artistas, estrellas de televisión, futbolistas, empresarios, diputados, y autoridades de gobierno, que gustan en su mayoría de ocupar autos con sus vidrios polarizados, y que en muchos casos van acompañados de chofer y guardaespaldas, con lo cual también caerían en sospecha por la regla de los tres ocupantes de sexo masculino. Me imagino que se ideará un mecanismo para eximirlos de tan ignominioso chequeo. Cuento aparte son las motocicletas con tres o más usuarios, que si no están en un circo siempre debieran ser inmediatamente detenidas, no tanto por la posibilidad de transportar a delincuentes como por el peligro que significa esta conducta tanto a quienes la practican como a quienes comparten la calle con ellos.

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    Un grupo particularmente sospechoso. Imagen de Corbis

    Al revés de todo el mundo

    Carpool o car-share (coche compartido) son conceptos cada día más utilizados en el resto del mundo, donde se ha entendido que el problema de movilidad en las grandes ciudades no se debe tanto a la gran cantidad de automóviles circulando como al inadecuado e ineficiente uso que se hace de ellos. Es que no hay que ser especialista para darse cuenta que una gran parte de los viajes motorizados en la ciudad sirven a un solo pasajero por vehículo, lo que resulta en una gran ocupación de superficie vial para transportar a muy pocas personas.

    Es por ello que desde hace algún tiempo se vienen promoviendo políticas y programas que fomenten un uso más racional del automóvil. La forma más básica es el carpool, en el cual un grupo de compañeros de trabajo, estudio o vecinos que hacen recorridos relativamente similares se organizan espontáneamente para turnarse en la conducción a sus lugares de destino. Así, en vez de dos, tres o cuatro vehículos circulando sólo hay uno, lo que se traduce en menor congestión, menor contaminación, menor gasto en movilización, y menor estrés en la población. Una versión más sofisticada del mismo sistema la constituyen algunas comunidades virtuales de carpool, en las cuales los interesados registran en internet sus rutas y horarios y contactan a otras personas con itinerarios similares con las cuales puedan compartir el automóvil. Zimride, eRideShare y iCarpool son excelentes ejemplos de esto último, organizaciones que lentamente han vencido los prejuicios existentes en un comienzo hacia compartir un auto con desconocidos.

    Una tercera variante proviene desde la esfera gubernamental, a través del establecimiento de carriles exclusivos para automóviles con dos o más ocupantes, medida que de a poco se ha introducido en algunas calles de ciudades de Estados Unidos, Canadá, Australia e Inglaterra. La implementación del sistema, pensado como un poderoso incentivo para compartir el automóvil, no ha estado exenta de problemas, relacionados con la dificultad para fiscalizar el cumplimiento de la medida, y la imposibilidad de establecer mallas completas de carriles diferenciados a nivel urbano, puesto que éstos sólo pueden ser establecidos en determinadas calles estructurantes, pero no en toda la red vial.

    En un escenario ideal en el que todos los automovilistas de la ciudad compartieran sus vehículos, el problema de la congestión prácticamente desaparecería, no siendo necesario construir más autopistas urbanas ni complejos nudos viales, a la vez que la contaminación atmosférica disminuiría significativamente. La experiencia internacional señala que prácticas como ésta, que implican un cambio en la mentalidad de los automovilistas, no se logran de la noche a la mañana, y que generalmente la ciudadanía organizada ha sido tanto o más efectiva que las políticas y programas oficiales. ¿Será posible vencer de una vez los miedos y desarrollar algo por el estilo en nuestras ciudades?

    Palabras al cierre

    ¿Cuánto disminuirá el robo de automóviles con el programa recientemente estrenado por el Gobierno del DF? Difícil saberlo a priori, pero me atrevo a decir que no mucho. Después de todo, los delincuentes siempre se las ingenian para burlar este tipo de controles vehiculares, cuya eficiencia en materia de seguridad es dudosa, pero que desincentivan el uso más racional del automóvil, algo que el presente estado de las cosas exige a gritos.

    Escrito por Rodrigo Díaz
    http://ciudadpedestre.wordpress.com