Los barrios del centro se reciclan

1392154730_zzz.jpg(El Mercurio, 13/12/2008)

Atraídos por la oferta cultural y la vida tranquila, profesionales jóvenes se están instalando en el casco histórico de Santiago. Estas zonas estarían viviendo un “aburguesamiento a la chilena”. Por Gerardo de la Maza

Sucede en todas partes. Jóvenes profesionales con poder adquisitivo se instalan en barrios del centro de las ciudades y empiezan a transformarlo. En el primer mundo, los artistas detectan y se instalan en barrios empobrecidos; de paso, se suman individuos más acaudalados que contribuyen a la transformación cultural y física del sector. Finalmente, el valor de los inmuebles se eleva tanto, que los habitantes originales terminan emigrando al no poder costear un arriendo o bien venden su propiedad. El fenómeno, conocido como gentrificación (o aburguesamiento), sucede en Park Slope, Nueva York, y al otro lado de la cordillera en Palermo SoHo, Buenos Aires.

En Santiago, algo de eso se está gestando. Distintos sectores aledaños al centro se han recuperado. Según datos proporcionados por Yasna Contreras, geógrafa del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la U. Católica, desde los 90 se ha vivido un proceso de reurbanización de la comuna central, impulsado por la oferta inmobiliaria en el sector.

De acuerdo con la especialista, la gentrificación, entendida en el sentido clásico y con el ejemplo del exclusivo SoHo neoyorquino en mente, no se verifica masivamente en Santiago, y hace una diferenciación. “Allá, la clase alta retorna de los suburbios al centro. Mientras que en Chile los que penetran son los denominados “dink” (siglas de double income no kids: parejas con doble ingreso y sin hijos). Lo importante es que es gente que está revalorizando el barrio”.

En Santiago, el proceso se verifica a través de ejemplos específicos desde los últimos ocho años (ver recuadros). Un punto clave es el pasaje patrimonial Lucrecia Valdés, del Barrio Yungay, cuyos edificios fueron transformados en lofts y sus fachadas hermoseadas sin modificar demasiado la fisonomía de la calle. En el barrio Brasil, en cambio, la apuesta fue por construir edificios en altura.

Uno de los primeros síntomas de que un barrio está alcanzando cierta onda, es que se convierte en un polo cultural. Los pioneros son los artistas, y pronto se abren galerías, cafés y otros reductos bohemios. Para el arquitecto David Assael, editor del blog Plataforma Urbana, los siguientes en esta cadena son las inmobiliarias. “Usan como estrategia de marketing vender lo cool que es el barrio, pero al mismo tiempo son las que están impulsando su deterioro por sobrecarga de autos y nuevos habitantes. Una paradoja”.

Además de lo cultural, la oferta inmobiliaria y la influencia de la clase media acomodada son dos factores clave para explicar esta gentrificación a la chilena. “Por ejemplo, en el barrio Forestal-Lastarria se produjo una migración de sectores aledaños, llegó gente como estudiantes y dinks con ingresos más bajos que los que preexistían. Aparte de las críticas que puedan hacerse, lo que logró el mercado inmobiliario con sus edificios en altura fue convertir el centro en una opción residencial”, afirma Yasna Contreras.

La invasión de los yuppies

La transformación es completa. Barrios industriales y de inmigrantes mutan a sectores bohemios y culturales: bodegas reconvertidas en lofts de precios estratosféricos, aparecen tiendas de lujo además de las galerías más influyentes. El Raval en Barcelona y el reducto hipster de Williamsburg en Brooklyn son ejemplos de “gentrificación” (gentrification), un anglicismo al que la Wikipedia en español redirecciona como aburguesamiento.

La tendencia aun es incipiente en Latinoamérica. Según Yasna Contreras, en Santiago está recién comenzando, tal como en Bogotá y Ciudad de México. Buenos Aires es la excepción que confirma la regla, con sus distintivos Palermo SoHo y Palermo Hollywood, los exclusivos distritos del diseño y la industria audiovisual, respectivamente.

Pasado y presente en Providencia

Coordenadas: entre las calles Infante, Rancagua, Bustamante y Caupolicán

En el Barrio Italia, dos mundos se articulan sin conflicto. Por un lado, las galerías Moto (Julio Prado 1003) y Die Ecke (Infante 1208) sacan la cara por lo moderno. Por otro, y no muy lejos, los mueblistas se toman la calle Caupolicán con su antigua labor. El paisaje lo complementan talleres mecánicos, negocios de esquina y jóvenes movilizándose en bicicleta.

El gestor de Die Ecke, Paul Birke, destaca esta combinación “entre vida de barrio y comercio a escala humana. Hay gente joven y también adultos mayores. Para la galería, ésta es una atmósfera propicia”.

Entre los residentes históricos, la llegada de nuevos vecinos tiene de dulce y agraz, según Carlos Alarcón, dueño del tradicional restorán Rapa Nui (Infante 1397). “No queremos que nos pase lo que a Bellavista. La gente joven que viene a los locales (de entretención) es de otros sectores”, lo que complica a los residentes mayores, explica. Sin embargo, reconoce que hace poco, cuando participaron como parte de un circuito artístico del barrio, varios curiosos se acercaron, intrigados por la historia del local.

La diversidad se toma Yungay-Brasil

Coordenadas: entre las calles Alameda, Matucana, Rosas y Manuel Rodríguez

La modernidad no parece haber recorrido el barrio Yungay, con sus adoquines, faroles y fachadas que se quedaron detenidas en el tiempo. Es una zona de contrastes: cerca de acomodadas residencias se ubican casonas que habitan numerosos inmigrantes colombianos y peruanos.

El flamante loft de Ermy Araya y Jorge Molina luce desde fuera como una bodega abandonada. Estos recién llegados han debido amoldarse al ritmo reposado del lugar. Para estos jóvenes profesionales es ideal la ubicación y la posibilidad de salir a recorrer, empapándose de la historia del sector. “Personalmente, me encanta que se instale una feria a la salida de la casa. Incluso hemos incorporado la cocina peruana con sus aderezos”, cuenta Ermy, fascinada por la diversidad del sector.

El grueso de los clientes en el restorán Metropolitana (Huérfanos 2897) se trasladan desde La Dehesa y Las Condes hasta este barrio aledaño a la Quinta Normal. Sin embargo, hay trato especial para los vecinos. “A ellos les guardamos el menú del almuerzo para la noche y le abrimos una cuenta mensual”, cuenta Pablo Torlaschi, el dueño de este local emplazado en un antiguo almacén refaccionado.

Foto de: Homero Monsalves