Editorial – Fallida licitación en Cerrillos

(El Mercurio, 28/10/2008)

El fracaso de la licitación convocada para construir viviendas en 24 hectáreas del ex aeropuerto de Los Cerrillos representa un duro golpe para el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, y un revés para la imagen del ex Presidente Lagos, pues éste era uno de sus proyectos estrella y debió enfrentar una larga e intensa oposición, en un debate que se zanjó más por imposición gubernamental que por convencimiento ciudadano de la conveniencia de tal medida. Este plan de desarrollo inmobiliario privó a Santiago de una alternativa de emergencia para el aeropuerto de Pudahuel, así como de una base que servía a la aeronáutica civil, pobre y peligrosamente reemplazada por el aeródromo de Tobalaba y otros pequeños aeropuertos de la Región Metropolitana.

El proyecto es ambicioso: en 240 hectáreas se piensa construir 12 mil viviendas, en cinco macrolotes que acogerían a unas 60 mil personas, con servicios, áreas verdes e integradas socialmente. Su ubicación cercana al centro de la capital y buenas conexiones con el resto de la ciudad lo hacen atractivo para las empresas. Además, el Estado ha anunciado que realizará grandes inversiones: prevé un parque de 50 hectáreas en 2010, lo que doblaría el área de parques de esa comuna, que se planea extender en el futuro. Actualmente, sólo hay 10 hectáreas de parque. Tendría un gran centro cívico, con cuatro torres de 20 pisos, dotado de estacionamientos subterráneos y rodeado de plazas, y se refaccionaría el edificio del antiguo aeropuerto, todo ello con un costo estimado de 20 millones de dólares.

Desgraciadamente para el Gobierno, pese a que 33 empresas compraron las bases y demostraron algún interés en este proyecto, finalmente nadie se presentó para participar en el mismo. Es probable que las rígidas condiciones establecidas en las bases, combinadas con los efectos de la crisis global sobre la construcción, sean los responsables del fracaso. Las bases parecen haber sido pensadas para un momento de gran auge económico, en el que las empresas están dispuestas a invertir en proyectos que enfrentan riesgo constructivo y político. En las condiciones actuales, sin embargo, las empresas inmobiliarias y de construcción están reticentes a comenzar nuevos proyectos, especialmente si incluyen pesados lastres regulatorios. Los aspectos requeridos en el proyecto incluyen el tipo de aislamiento de las paredes de las viviendas, obligación de calefactores solares, destinación del 20 por ciento de ellas a familias de menores ingresos, áreas verdes y otros equipamientos.

Asimismo, la licitación ahora fallida obligaba a la empresa a tener concluido un tercio de las dos mil 400 viviendas en 20 meses, y el resto en un plazo de cinco años. Esto le resta flexibilidad a las inversiones, precisamente en el momento menos apropiado, cuando las empresas temen embarcarse en proyectos riesgosos.

El Minvu ha anunciado que realizará una nueva licitación en un plazo breve -la ministra ha anticipado que sería en diciembre próximo-, ya que desea tener algo que presentar para el Bicentenario, y no sólo un parque en medio de un sitio eriazo. Un personero de la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios ha prevenido que “a diciembre la situación va a ser más delicada; no creo que sea propicia la licitación”, por lo que “si el Gobierno tiene interés en que tenga éxito en plazo breve, debe cambiar las condiciones”. Quizás se requiera un cambio sustantivo a las bases, así como conversar con las empresas que mostraron eventual interés, para determinar cuáles fueron las condiciones que más complicaron su participación. De no ocurrir así, podría suceder que al llegar al Bicentenario no haya nada significativo para mostrar a cambio de la destrucción del histórico aeropuerto.