Editorial – Mitigación vial en “Sanhattan”

(El Mercurio, 18/10/2008)

El ministro de OO.PP. ha anunciado que las obras de mitigación vial en la Costanera Norte comenzarán en el primer trimestre de 2009 y aliviarán en parte la congestión en el barrio “Sanhattan”. Los proyectos prevén obras diversas, tales como una mejor salida en La Concepción, un túnel que conecte la Costanera Norte con la Autopista Central, eliminar la rotonda Pérez Zujovic, conectar la Costanera Norte con la avenida Kennedy mediante un túnel para reducir la demanda por esta última, y otras similares. Estas obras menores estarán listas en el cuarto trimestre de 2009, pero las de mayor envergadura tardarán tres años. Su urgencia se debe a deficiencias del diseño original de la Costanera Norte; al incremento en el uso del automóvil, por el auge económico y el fracaso del Transantiago, o a errores de la Dirección de Concesiones del MOP, al aceptar un proyecto de iniciativa privada sin considerar la congestión que causaría.

Pese a los atrasos, en un futuro no muy distante, estas obras aliviarían a los automovilistas. Desgraciadamente, aún no se ha determinado quiénes pagarán por las inversiones para resolver la congestión que se producirá en la antigua Costanera con los nuevos edificios. Se estima que son necesarias inversiones de al menos 20 millones de dólares para mitigarla, pero, hasta ahora, sólo uno de los privados ha prometido contribuir, en una cifra equivalente a un cuarto de la suma necesaria, sin considerar que el monto de la inversión podría aumentar a medida que se avance con el diseño de estas soluciones.

La causa básica de que no estén listas las obras de mitigación vial cuando los edificios entren en uso radica en la falta de coordinación entre los organismos encargados de la ciudad: municipalidades, el Ministerio de Transportes, el MOP, entre otros. Sus evaluaciones recaen en proyectos individuales, sin considerar las interacciones entre ellos; son muy distintas las mitigaciones viales requeridas por la construcción de un edificio gigante, que cuando se trata de más de uno: entonces se necesita no la suma de los proyectos individuales de mitigación, sino diseños para atender a la demanda global adicional.

El Ministerio de Vivienda y Urbanismo ha anunciado un proyecto de ley que ataca el problema de coordinación entre organismos encargados de velar por el desarrollo de la ciudad, lo que daría a ésta un marco regulatorio que permitirá planificar la infraestructura vial y de transporte para acomodar su desarrollo en conjunto. Ese proyecto no se conoce aún, por lo que no es posible evaluar si efectivamente resolverá el problema o se transformará en otra traba burocrática al desarrollo urbano armónico. En todo caso, es loable que ese ministerio haya decidido abordar esta situación, y sólo cabe lamentar que haya sido necesario poner en riesgo una de las zonas más dinámicas de la ciudad para que se responda con una iniciativa. Estas obras menores estarán listas en el cuarto trimestre de 2009, pero las de mayor envergadura tardarán tres años. Su urgencia se debe a deficiencias del diseño original de la Costanera Norte; al incremento en el uso del automóvil, por el auge económico y el fracaso del Transantiago, o a errores de la Dirección de Concesiones del MOP, al aceptar un proyecto de iniciativa privada sin considerar la congestión que causaría.

Pese a los atrasos, en un futuro no muy distante, estas obras aliviarían a los automovilistas. Desgraciadamente, aún no se ha determinado quiénes pagarán por las inversiones para resolver la congestión que se producirá en la antigua Costanera con los nuevos edificios. Se estima que son necesarias inversiones de al menos 20 millones de dólares para mitigarla, pero, hasta ahora, sólo uno de los privados ha prometido contribuir, en una cifra equivalente a un cuarto de la suma necesaria, sin considerar que el monto de la inversión podría aumentar a medida que se avance con el diseño de estas soluciones.

La causa básica de que no estén listas las obras de mitigación vial cuando los edificios entren en uso radica en la falta de coordinación entre los organismos encargados de la ciudad: municipalidades, el Ministerio de Transportes, el MOP, entre otros. Sus evaluaciones recaen en proyectos individuales, sin considerar las interacciones entre ellos; son muy distintas las mitigaciones viales requeridas por la construcción de un edificio gigante, que cuando se trata de más de uno: entonces se necesita no la suma de los proyectos individuales de mitigación, sino diseños para atender a la demanda global adicional.

El Ministerio de Vivienda y Urbanismo ha anunciado un proyecto de ley que ataca el problema de coordinación entre organismos encargados de velar por el desarrollo de la ciudad, lo que daría a ésta un marco regulatorio que permitirá planificar la infraestructura vial y de transporte para acomodar su desarrollo en conjunto. Ese proyecto no se conoce aún, por lo que no es posible evaluar si efectivamente resolverá el problema o se transformará en otra traba burocrática al desarrollo urbano armónico. En todo caso, es loable que ese ministerio haya decidido abordar esta situación, y sólo cabe lamentar que haya sido necesario poner en riesgo una de las zonas más dinámicas de la ciudad para que se responda con una iniciativa.