Editorial – Mejoras a la infraestructura de liceos emblemáticos

(La Tercera, 06/10/2008)

En agosto el Instituto Nacional estuvo en el centro del debate debido a protestas estudiantiles que se tradujeron en tomas e interrupciones de clases. Aunque el conflicto se resolvió tras la intervención del municipio, éste dejó en evidencia – entre otros varios problemas – la pobre situación en la cual se encuentra la infraestructura del liceo público más antiguo y tradicional del país.

A fines de ese mismo mes, en el Liceo de Aplicación – otros de los establecimientos fiscales de mayor tradición – se desplomó el túnel que conecta los dos edificios de la institución, dejando heridos y evidenciando problemas estructurales en el antiguo edificio que alberga el liceo. El recinto fue clausurado y las clases se desarrollan hoy en otro lugar.

Estos episodios dan cuenta del estado en que se encuentran las instalaciones de muchos de los establecimientos emblemáticos de la educación pública y de la necesidad de una intervención de las autoridades para subsanar esta condición. La existencia de estas deficiencias en centros de estudios de tanta importancia es otro claro síntoma de la crisis por la que atraviesa la enseñanza pública en su conjunto.

Estos establecimientos públicos tienen la impronta histórica de haber brindado oportunidades de educación a generaciones de estudiantes de muy diverso origen y condición social, entregando al país destacados líderes y servidores públicos. Ese legado hace más lamentable la situación por la que atraviesan, por la repercusión que debe causar en la calidad de la enseñanza que se imparte. Más aún, establecimientos que deberían ser guías para la educación estatal aparecen en una situación desmejorada.

Por ello, es un avance que la ministra de Educación anunciara la semana pasada la asignación de más de $10.000 millones del presupuesto fiscal 2009 para mejorar la infraestructura de 75 colegios emblemáticos a lo largo del país. Aunque la secretaria de Estado aclaró que la mayoría de los trabajos no estarán finalizados antes de que termine el actual gobierno, la reacción de la autoridad abre esperanzas de que las deficiencias se resuelvan.

El mecanismo que se dispuso para la asignación de los recursos es que las municipalidades a las que pertenecen estos colegios postulen con proyectos de infraestructura, que serán evaluados por el ministerio.

Si bien este mecanismo busca evitar el mal uso de los recursos, pone de manifiesto también que se mantienen en la base de su estructura rasgos de rigidez administrativa y centralización que pueden ayudar a explicar las causas de las deficiencias. Más que las municipalidades sostenedoras de los liceos, sería preferible que la dirección de cada uno de ellos asumiera la tarea de identificar las mejoras requeridas y las prioridades en su ejecución, con la asistencia técnica requerida.

Llama la atención, además, el hecho de que, habiéndose destinado una gigantesca cantidad de recursos a infraestructura desde el inicio de la reforma de la Jordana Escolar Completa, no se hayan incluido estos establecimientos dentro de los proyectos ejecutados. ¿No se sabían sus problemas? ¿No se consideraron graves?

La decisión de inyectar fondos constituye un hecho positivo, pero es necesario que la asignación de los mismos se haga de la manera más transparente posible, de manera que la selección de los proyectos ganadores se realice de acuerdo con criterios de justicia.

El énfasis puesto en los liceos emblemáticos no debe significar, tampoco, que se postergue la inversión en muchos otros establecimientos de educación pública menos conocidos, con problemas tanto o más graves, pero que carecen de la visibilidad o el apoyo que concitan los primeros.

Por eso, las medidas anunciadas, si bien oportunas, aún no son suficientes para resolver el problema de la calidad en la infraestructura educacional. Es deseable que la autoridad busque los mecanismos para ampliar esta iniciativa a la totalidad del sistema público.