Públicos y Privados: Los procedimientos para el rescate del Patrimonio en Chile

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Después de muchos años de espera dos predios-fachadas que simbolizaban la inoperancia de la ley y el amarre de manos de la autoridad y los propietarios, sacuden sus engranajes del polvo para anunciar importantes recuperaciones urbanas que en su procedimiento debemos conocer, especialmente para la comprensión de los roles que juegan los diversos actores e intereses sobre la ciudad y que han esperado décadas en coincidir, acordando una añorada y necesaria solución de consenso. Los que ayer se acusaban, perseguían o ignoraban hoy parecen llegar favorablemente a puerto.

La economía chilena, que como hemos comentado anteriormente alcanza niveles históricos de ingreso per cápita en las puertas del Bicentenario, comienza poco a poco a considerar rubros o tópicos ciudadanos que habían estado desplazados. El tema del Patrimonio y los centros históricos llena aún espacios de discusión, conflicto y búsqueda del camino acertado para equilibrar desarrollo y conservación.

En las últimas dos semanas se han anunciado dos situaciones coincidentes y sorprendentes: las emblemáticas cáscaras de el ex-edificio de El Mercurio en Santiago, frente al palacio de Tribunales, y el edificio Luis Cousiño, alias “la ratonera”, de Valparaíso, ven luz a sus posibilidades de seguir erguidos y restaurados en nuevos usos para la ciudad, negociaciones que son resultado de un triángulo virtuoso que supone una interacción entre autoridad-inversionista-ciudadanía, que en mucho tiempo no logró acuerdos concretos.

En primer lugar el ex-edificio El Mercurio anuncia ser transformado en un centro comercial, se habla de tienda ancla, y luego 10 pisos de oficina para no superar las alturas de los edificios vecinos de los Tribunales de Justicia y del Conservatorio de la Universidad de Chile. Esto al parecer en acuerdo con el propietario que por su propio interés no desea el lucro límite habitual de la máxima normativa y prefiere el rescate del edificio y su entorno tradicional. El Consejo de Monumentos Nacionales por su parte, avala la iniciativa y se adelanta a poner buena nota a lo anunciado.

Luego en Valparaíso, el edificio Cousiño “la ratonera” lleva mas de 25 años abandonado y después de sus diversos saqueos e incendios se ha transformado en el símbolo de la mala política nacional y local en torno al rescate patrimonial. Sin embargo el Municipio actual ha logrado un acuerdo con un instituto de educación superior para transformarlo en un centro de estudios y albergar las oficinas del ente encargado del manejo de los fondos del BID para el patrimonio UNESCO. Insuperable emplazamiento para cualquier iniciativa urbana, pero esta vez, con el cuidado de mantener lo que queda.

¿Qué fue entonces lo que causó estos acuerdos?, ¿El PIB histórico?, ¿El progreso cultural de la nación?, ¿El siempre esperado chorreo capitalista?, ¿El precio del cobre nacionalizado o royeltizado?. Unas u otras explicaciones ya son buenas noticias para el Patrimonio construido y evidencian que nuestras ciudades operan mas allá de los intereses estético-urbanísticos iniciales.

La ciudad es el reflejo construido de sus acuerdos y conflictos que resultan en integraciones y segregaciones, donde la participación ciudadana plena aún no aparece con suficiente claridad y sigue siendo la oportunidad posible. Es entonces donde edificios con un emplazamiento favorable y una plusvalía subyacente están dando una oportunidad real de hacer ciudad sin expansión. Mientras tanto, en la lista de espera aún quedan muchos ejemplos: En Santiago centro el Palacio Pereira y en Valparaíso el edificio Severín en el barrio puerto (lugar donde se realizó la primera sesión del Congreso de la República de Chile) y los recientemente rescatados Almacenes de la Aduana en el Puerto, pretenden durar hasta la llegada de los acuerdos, suponiendo que con esta pequeña primera ola de restauraciones la ley debe haber comprendido la lección de que una cosa es salvarse de la demolición y otra muy distinta, salvarse del abandono.