¿1.000.000 o 400.000 familias sin casa? Debate por los datos del déficit de vivienda en Chile.

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El Lunes 2 de Junio se publicó en la sección Nacional de El Mercurio la noticia Entre el Gobierno e Instituto Libertad y Desarrollo: Fuertes discrepancias por el déficit habitacional”. Las discrepancias en la cantidad de viviendas generan incertidumbre respecto a un problema que es fundamental en la agenda social de nuestro país, lo que abre varias interrogantes. Sin embargo, más allá de esta situación puntual, este ejemplo pone sobre la mesa la importancia de las fuentes y los métodos de información para conocer y poder operar en relación a las problemáticas urbanas.

Las discrepancias

LyD:

“el déficit cuantitativo total -descontando el allegamiento funcional de los núcleos familiares que dependen del jefe de hogar- al año 2006 se encontraba en niveles similares a los del año 1992. Mientras que al año 1992 era de 998 mil viviendas, al año 2006 era de un millón”

MINVU:

“Como Gobierno afirmamos responsablemente que entre 1992 y 2006 el déficit habitacional disminuyó en un 45,2%, de 752 mil a 412 mil viviendas”.

Implicancias

Estas diferencias no sólo ponen la duda sobre la magnitud del problema que estamos enfrentando, sino que relativizan absolutamente el desempeño de las políticas públicas en materia de vivienda social de los gobiernos de la Concertación. Esto no es menor, puesto que el modelo de subsidio a la demanda utilizado en chile es considerado uno de los más exitosos en cuanto a la cobertura del déficit en términos cuantitativos. En Chile no solo se ha estabilizado el déficit sino que, según las cifras oficiales, éste incluso ha disminuido fuertemente. Esto no sería tan así, según LyD.

El problema es que estos datos no pueden ser tomados en cuenta sin incorporar el contexto en el que aparecen. Libertad y Desarrollo forma parte de los thinks tanks más influyentes en Chile (Según revista Qué Pasa es el más influyente seguido por el Centro de Estudios Públicos y Expansiva). LyD es el asociado a la derecha política más extrema dentro de todo el espectro de los centros de estudios. En este sentido, comparto los resquemores expresados por Carlos Peña en relación al lugar que están ocupando estos centros de producción del conocimiento aplicado con grandes compromisos políticos.

Es así como nos situamos en una confusión importante, puesto que tanto el Gobierno como LyD tienen grandes intereses creados respecto a los datos. Por un lado, el gobierno depende de ellos para establecer el éxito de su gestión; por otro, los anuncios de LyD forman parte de la contraparte técnica de la oposición al gobierno que viene desde la Alianza por Chile. Ante esto ¿a quién creerle?

Quizá esto nos introduzca a un tema emergente de suma importancia en diversos ámbitos de las políticas públicas. En el caso de la ciudad, refleja la importancia de la obtención de información para operar sobre ella. Esta necesidad no pertenece solo al mundo público, sino que también al sector privado se refleja en la demanda de servicios de inteligencia territorial como los prestados por Geo Adimark o el Observatorio de Ciudades UC, entre otros. Ya es sabido que en planificación y gestión estratégica urbana los buenos estudios y diagnósticos son tan o más importantes que los planes y proyectos mismos.

Esta necesidad no refleja sólo qué tan exitosa es una política pública, sino que es fundamental para cada vez más procesos en tiempos en que los riesgos y sus mediciones adquieren cada vez más importancia.

Por ahora, repito: ¿a quién le creemos?