Favela Barrio: Un gran ejemplo para las políticas de Vivienda Social en Chile.

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Escrito por Dominique Mashini*

El programa Favela Barrio de Rio de Janeiro es hoy en día un baluarte de la integración social en Latinoamérica. Se logró posicionar marketeando su ciudad, en un intento de que el cliente (o favelado) se identifique con el programa y su entorno, para que se autogestione y sustente el plan. Su ley de juego consiste en proyectar desde preexistencias, bajo la premisa de que para construir ciudad no es necesario un plan racional acabado desde cero; construirla es pespuntar al ritmo del tiempo, interviniendo con atributos que maximicen los efectos. Así se radican las favelas, asumiendo su informalidad y encontrando ahí una nueva estética, escenario donde se interviene localmente mediante acupuntura urbana. En Chile la modalidad es proyectar desde cero bajo la ley del mínimo costo, apiñando el mayor número de ‘casitas’ aisladas en la periferia y donde se pretende que el excedente sea ciudad. Se trata de definir la verdadera misión; ¿Qué necesidades hay que satisfacer? Si el Minvu encontró un miope déficit habitacional, Favela Barrio dio en el clavo al entender que el déficit era visceralmente de ciudad.

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La novedad es que el Minvu es consecuente; a déficit habitacional construye habitación. El problema es que ciudad no es resultado de casas, lo que realmente construye ciudad es un concepto de lo urbano donde se entrelace la urbs y la civitas. En Santiago se ha tendido a beneficiar a aquellos que se encuentran bajo la línea de la pobreza, construyendo casas en la periferia sin mayor intento de integrar, asilándolos en su condición. Galetovic y Jordán afirman, “En vez de producir una vivienda pequeña sin ciudad quizás es mejor entregar parte de una buena vivienda e invertir en la ciudad que la rodea”. Favela Barrio actúa por localidades; si construyo una plaza justo en el límite de la ciudad informal con la formal, la gente que pisa tanto asfalto como quienes pisan morro van a asistir produciendo un intercambio que diluye los límites y beneficia a la ciudad en su total. Esto es sinergia; dos más dos debe ser siempre más que cuatro y nunca menos.1434272049_2.jpg

La estrategia en Santiago frente al tema de vivienda social ha sido siempre la de un mercado institucional; toda decisión del Estado sobre ello apunta a abaratar costos y dado que los estándares de construcción son del mínimo valor, cualquier ahorro va vinculado con la localización. Si el fin es cantidad, la estrategia necesariamente es periferia, y el resultado es un déficit de integración. Según Mario Polese, “Los costos son, por regla general, tanto más elevados cuanto mayor sea la distancia”, al fin de cuentas, quienes costean el transporte de largas distancias para ir a trabajar o visitar su familia y amigos, son los ‘beneficiados’, perdiendo redes sociales de su vida diaria. Este conflicto ya tiene nombre; ‘sesgo perificador del Minvu’, que se traduce en una política de gestión que no hace más que ghettizar a los habitantes en un ambiente de cesantía y desencanto. De esta forma muchos se niegan a postular a programas de vivienda social que los envían a la periferia, optando por densificar un mismo predio donde aveces vive la abuela, sus hijos y sus nietos en poblaciones tipo callampa compartiendo el medidor de luz y de agua. El problema de la integración social es un mal en metástasis, y si planteamos la ley del mínimo costo para solucionar a gran escala, la estrategia debería apuntar a una sinergia. ¿Cómo lo logra Favela Barrio? Antes que todo, marketeando su ciudad.

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Rio de Janeiro define una visión ciudad: ‘Rio de Janeiro integrador’, cualquier escuela, centro de esparcimiento o infraestructura potencia la visión propuesta y no se pierde en la intervención misma. Promocionar la ciudad es dar fuerza al programa e incentivar al cliente, en este caso al ciudadano, a consumir, hacer uso del barrio y participar. Se trata de que Santiago venda una imagen, se posicione en Latinoamérica como tal, e invite a los ciudadanos a aportar. Muchas veces se interviene en nuestra ciudad sin informar a los ciudadanos abstemios. Entonces, ¿Para quién se está construyendo?
Jorge Jáuregui, arquitecto del programa Favela Barrio, se refiere al psicoanálisis en el momento de detectar la demanda latente de la gente, donde debe haber un espacio de interlocución para traducirla en una respuesta proyectual. Por un lado, la gente explicita sus necesidades manteniendo diálogo con el POUSO (Puesto de Orientación Urbanístico y Social), puente entre el pueblo y los organismos gestores. Aquí interviene el arquitecto haciendo una lectura en escala micro y macro, luego gestiona a modo de acupuntura urbana en puntos críticos que permitan integrar el tejido informal en un plano socio-espacial. Por otro lado, es un hecho que cualquier inversión pública en las favelas desencadena una serie de autogestiones por parte de los habitantes; si el Estado arregla la vereda, el beneficiado reviste su casa, ornamenta su acceso y embellece su entorno inmediato aportando a una imagen pública. Es un hecho; lo que antes solía decorar dentro de su casa, se vuelca hacia afuera, y si él lo hace, su vecino también lo hará. Esto se transforma en un cuadro de palanqueos, donde cada acción pública genera una acción ciudadana que incentiva a su vez nuevas inversiones privadas.

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Patricio Hales cuenta que cuando el arquitecto brasilero Carlos Dos Santos visitó Chile para un congreso de arquitectura en 1969, presentó un trabajo de una población de vivienda social en Rio de Janeiro, donde se le pidió a un grupo de favelados que dibujaran planimetrías de cómo imaginaban su casa. Este esbozo se expuso en una Expo Favela y fue el primer pie para diseñar el proyecto. Este hecho nos indica que ya llevamos casi cuarenta años de atraso en cuanto a participación ciudadana en el acto de proyectar, donde el diseño y la gestión son impuestas. Existen ciertas nociones incipientes de vivienda social dinámica donde el habitante mismo puede intervenir con el tiempo, pero no a escala de ciudadanía y barrio. Existe también la iniciativa Chile Barrio de Michelle Bachellet, pero no ha repercutido a gran escala. Muchos asocian el acto de participar como una obligación y tampoco existe mayor motivación. Basta que el ciudadano se entere que cualquier intervención le afecta directamente para que se quiera hacer escuchar. Por tanto, es fundamental potenciar una imagen ciudad que identifique a los ciudadanos y con ello la responsabilidad de construir barrio; íntegro y donde se produzca intercambio.

Bibliografía

  • Galetovic, Alexander; Jordán, Pablo, Santiago: ¿dónde estamos?, ¿hacia dónde vamos?, capitulo 2, Santiago, 2006.
  • Polese, Mario, Economía Urbana y Regional, Cartago: Libro Universitario Regional, 1998.
  • Martyniuk, Claudio, Entrevista a Jorge Jáuregui arquitecto Urbanista, www.todoarquitectura.com.
  • Assael, David; Gatica, Magdalena, Jorge Mario Jáuregui, El rol del arquitecto en la participación, www.revistaca.cl, 2006.

* Este Post corresponde a un paper escrito en el marco del ramo CTMA2 de Arquitectura en la UC, el segundo semestre de 2007.