Diego Portales Desierto: ¿Trozo de ciudad desierto?

¿Desierto?

Se han publicado los resultados del concurso del Diego Portales; veredicto: Desierto. Ya se ha generado una interesante discusión al respecto en Plataforma Arquitectura, centrada en la validez de la decisión del jurado, en la críptica postura ante la exhibición de los proyectos presentados, en la calidad de las bases de los concursos de arquitectura, etc. Así mismo, también en Parq, se ha iniciado la “Exposición comunitaria de los proyectos para el Centro Cultural Gabriela Mistral”, con el fin de hacer públicos desde los propios participantes, en un medio democrático, los proyectos presentados al concurso.

Dado que la discusión acerca del futuro del predio del ex Diego Portales se ha dado exitosamente en este medio, la invitación ahora es a discutir acerca del trozo de ciudad que lo acompaña. Desde el incendio del ex edificio de la UNCTAD III, ha habido numerosos intentos porque la discusión acerca del futuro de éste, se centre no sólo en “la placa y la torre”, desbordando los límites del predio, o –como dijeran Pablo Allard y Luis Valenzuela (1)- se centre en “el futuro del Edificio Lastarria y el Barrio Diego Portales”.

El predio y su entorno

El proyecto original del edificio de la UNCTAD III contemplaba el atravieso del predio como parte integral del proyecto, así como la conexión de éste con el metro Universidad Católica, y la voluntad de comunicar el Parque San Borja con el Parque Forestal. Sin embargo, la construcción de una placa que, dado su tamaño y posición, terminó por “Tapear” la posible relación entre la Alameda y el barrio Lastarria, sumado al devenir político que determinó que literalmente se tapearan los atraviesos del predio y desaparecieran las condiciones identitarias del edificio para un porcentaje amplio de la población, determinó que tales condiciones de edificio atravezable, público y ciudadano desaparecieran de manera progresiva hasta el minuto de su incendio. Y ahí nos encontramos ahora, ante la oportunidad enorme de devolverle –e incrementarle, claro- las condiciones ciudadanas y públicas al edificio, y de preocuparnos del efecto de una obra emblemática para la ciudadanía chilena.

Además de la carga histórica del edificio, nos encontramos ante un predio de ubicación ultra-privilegiada, tanto a escala metropolitana –emplazado en el centro de la ciudad de Santiago- como a escala de barrio; repasando un poco los alrededores, nos encontramos en un sector de alta actividad cultural, en el que podemos encontrar una serie de recintos, instituciones y sectores que dan al proyecto que se ubique en el predio, un potencial enorme:

  • Dos enormes parques (San Borja y Forestal)
  • Espacios culturales de diversas escalas (Bellas Artes, MAC, Mavi, Lastarria 90, Centro Extensión PUC, El Biógrafo, Cine Arte Alameda, etc.)
  • Sedes de las dos universidades más importantes del país (FAU-UChile / PUC), con el Hospital de la PUC asociada.
  • El Barrio Lastarrria, uno de los barrios más turísticos de la ciudad, cargado de un fuerte carácter cultural.
  • La remodelación San Borja, enorme sector residencial y comercial.
  • La Biblioteca Nacional a pocas cuadras.
  • El paso de la Alameda, la avenida más importante de Santiago, y de la Línea 1 del metro.

La lista podría continuar largamente. El punto es que la condición de “desierto” del concurso, y el consiguiente incierto futuro del predio, sigue dejando a la espera a un sector de la ciudad de enormes potencialidades. Si bien es de esperarse que entre las 5 oficinas seleccionadas para continuar con el desarrollo de proyectos para el concurso, salga un resultado satisfactorio para todos, es de esperar también que las condiciones del sector que rodea el proyecto del “edificio Gabriela Portales” sean considerados en estas decisiones, así como el efecto que este enorme predio provocará, necesariamente, en un área privilegiada de la ciudad.
(1) En presentación del Taller Diego Portales de la PUC, Julio 2007