Slow Cities: Obligados a vivir bien

…desde Positano, Italia, para PlataformaUrbana

Un caracol naranjo cargando sobre su espalda una ciudad antigua es el sello de la certificación Slow City, sello que certifica a las ciudades donde según los seguidores del movimiento Slow City se lleva a la práctica el buen vivir.

En estas ciudades por decreto todos los ciudadanos están obligados a comer bien, disfrutar el silencio, respetar las tradiciones, el patrimonio y el medio ambiente, privilegiar el placer por sobre el lucro y la calma antes que la velocidad. Los negocios cierran los jueves y domingo, las instituciones públicas abren los sábados, los supermercados y avisos de neón no están permitidos y al contrario, las pequeñas tiendas y restaurantes que venden productos típicos de la zona gozan de múltiples beneficios.

¿Utópicos, bárbaros, snobistas o visionarios?

Para conseguir el caracol naranjo la ciudad tiene que tener menos de 50 mil habitantes, tiene que postular el alcalde voluntariamente y su ciudad aprobar un test. Una vez aceptada recibe la certificación y pasa a formar parte de una red de ciudades que trabajan en conjunto para mejorar sus estándares de vida. Cada una paga una cuota y con esto tienen acceso a asesorías, consultoras, gurúes y a la mas alta tecnología.

El movimiento cuenta ya con cerca de 30 ciudades en Italia, 3 en Inglaterra y una lista muy larga de postulantes. Y si, es verdad que se come bien, el ambiente es grato, las ciudades son bonitas pero como dice una pequeña empresaria “Por mucho que sea una Slow City, para lograr un buen nivel de vida hay que trabajar duro y estresarse como en cualquier otro lugar”.

Foto vía Flickr: Autor StrudelMonkey