¿De qué creatividad urbana estamos hablando?

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¡Hay Paz para todos! ¡Yo amo mi Paz!

A muchos se les ha aparecido este comercial en la TV chilena. Se trata de la antigua Inverpaz, propiedad del arquitecto Benjamin Paz, una de las empresas inmobiliarias más grandes del país, que hoy está construyendo en todo chile proyectos de torres de vivienda; Desde hace algún tiempo, Santiago se ha llenado de los carteles de Creatividad Urbana, el eslogan que la empresa está utilizando para identificar sus productos. Esta frase es posiblemente la frase relacionada a la ciudad que más fuertemente se ha dicho en los medios, pero ¿de qué creatividad urbana estamos hablando?

Las grúas son, en muchas ciudades de chile, el símbolo del progreso. Nos hemos acostumbrado a vivir en una ciudad en obra. Incluso me atrevería a decir que hoy la posición más heroica en la construcción de la ciudad la ocupan enérgicas acciones privadas como el Costanera Center en Santiago, donde se ejemplifica cómo la sabia y generosa mano del empresario acaricia un pedazo de nuestra urbe, para modelarla con sus vientos modernizadores.

Es rarísimo ver esta imagen de sociedad que este empresariado heroico propone: una multitud manifestándose, tal como lo hiciera en tiempos de la UP o fines de los ochentas, pero ahora porque “todos aman”, “todos están felices” o “todos aspiran a” tener un innovador proyecto de Paz. Surreal.

La grandilocuencia ha llegado al máximo, no en vano Benjamín Paz es el único arquitecto que aparece, y podría llegar a aparecer, en la portada de la revista Qué Pasa. Ahora ya ni siquiera es necesario mostrar productos, porque la idea es que todo el mundo ama a Paz, los de la “creatividad urbana”.

Junto con la otra empresa de nuestro insigne creativo urbano, Paz Froimovich, Inverpaz lleva la vanguardia entre las empresas del rubro. En sus operaciones ha quedado claro como es posible aprovechar al máximo la economía de escala al actuar sobre la ciudad, construyendo varios proyectos muy similares al mismo tiempo, muchas veces en el mismo sector de santiago. Según varios estudios (Froimovich, García, Lepori, Vergara, 2006), construir de hasta 5 torres sobre 20 pisos en lugares como el Centro de Santiago ha permitido lograr estándares de eficiencia de materiales muy rentables.

Así, repetir, repetir y repetir es el modelo que mejor funciona.
Bajo esta idea, estas empresas han redefinido lo urbano en Chile, y todo quien construye lo hace en forma bastante parecida:

En términos estructurales, prácticamente toda la oferta utiliza estructuras tradicionales de hormigón armado con divisiones de tabiquería mediana que se reducen al mínimo para abaratar costos. La distribución siempre queda subordinada a las luces de 6 a 6,8 metros que estas estructuras determinan, que puestas en torno a un pasillo que se ceñirá a los 1,4 metros mínimos de circulación libre generará dobles crujías de 15 metros. Varios análisis de la oferta inmobiliaria en el Centro de Santiago, por ejemplo, demuestran cómo absolutamente todos los proyectos responden a las mismas dimensiones. En el siguiente squema es posible ver como algunos proyctos se adaptan al mismo modelo:

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Luego, las unidades solamente se reducen a las tipologías tradicionales de 1, 2 y 3 dormitorios, más el famoso home studio que ha llegado a reducirse a 18 metros cuadrados. Siempre se distribuyen según la forma descrita más arriba. Para llegar a ellas, se privilegia casi sin excepción los accesos controlados, tratando en vano de emular a los barrios cerrados que se construyen en sectores como Peñalolén, y lo que es peor, se producen contribuciones dudosas al espacio público que ha generado la naturaleza de los “barrios” que ellos mismos venden, pero que destruyen, como se ha visto en un post anterior.

La imagen planteada para lugares como el centro es tremendamente conservadora. Diversos estudios realizados sobre la oferta inmobiliaria en Santiago demuestran como la inmensa mayoría de los proyectos se ajustan a los estándares mínimos del mercado, asegurando el mínimo riesgo, generando una oferta homogénea que se diferencia por muy poco. En términos publicitarios, la misma imagen de la gente bañándose en piscina es utilizada para cualquier proyecto, llegándose a producir imágenes tan incoherentes como gente bronceándose en la piscina con una vista de la cordillera que solo puede verse en los días más fríos del invierno Santiaguino.

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Si yo pienso en Creatividad Urbana, me imagino nuevos y mejores trozos de ciudad. Me imagino edificios que controlen el impacto que producen en el entorno. Me imagino un renovado dinamismo en la búsqueda invención de nuevas tipologías de vivienda que propongan nuevas maneras de habitar. Me imagino la revaloración de áreas centrales por medio de proyectos atractivos. Y lo más importante: me imagino a quien me habla de Creatividad Urbana como alguien que busca por sobre todo la innovación y el bienestar común en los espacios de convivencia del hombre que son las ciudades por definición.

En lugares de máxima explosión inmobiliaria y done más se ha podido dar rienda suelta a esta “creatividad”, como el Centro de Santiago, han debido tomarse medidas para detener el tipo de ciudad que se está generando.

Solo me queda repetir:
¿De qué creatividad urbana estamos hablando?