Zero Carbon Planet: CO2 al espacio

El espacio la última frontera… para contaminar?

Si alguien pensó que el problema del calentamiento global era causado debido a las altas emisiones de CO2 por parte de la humanidad, estaba en lo errado. El verdadero problema es que nuestras chimeneas no lo estaban tirando lo bastante alto.

Algo así al menos es lo que debió pensar Alfred Y. Wong1 al proponer utilizar el campo magnético terrestre con el fin de generar una gran chimenea que permitiría tirar el dióxido de carbono al espacio.Si lo pensamos bien, la mayoría de las soluciones propuestas para disminuir en algo el avance del fenómeno del calentamiento global son caras y opresivas: apagar las luces, dejar de quemar combustibles fósiles, comprar un auto ecológico, contruir una sombrilla en el espacio para ocultar el sol o agregar acero al océano para estimular el crecimiento del plancton marino.

La propuesta de Wong consiste en ionizar las partículas de dióxido de carbono presentes en el aire, con el fin de aprovechar el magnetismo terrestre y los vientos solares para -literalmente- ocupar el polo norte como una gran chimenea desde el cual arrojar el CO2 presente en la atmósfera. En base a esta solución se lograría evitar la gran cantidad de catástrofes asociadas al calentamiento global y ganar algo de tiempo.

Representación de la Magnetósfera Terrestre

El proceso es posible, según The Economist, debido a que los polos son los únicos puntos en que la barrera magnética que protege la tierra -la Magnetósfera– se abre, permitiendo un contacto entre el espacio y la atmósfera terrestre. Es el mismo fenómeno asociado a las auroras boreales y polares pero aprovechado de la manera inversa.

Mientras que las auroras son producidas por el choque de partículas cargadas del viento solar -atrapadas por las líneas del campo magnético- con la atmósfera, el sistema ideado por Wong ionizaría el CO2 terrestre con el fin de que este suba a través del fenómeno inverso y sea dispersado por el mismo viento solar.

Campo Magnético Terrestre

Para lograr este objetivo se debería ionizar el CO2 atmosférico, a través de lásers por ejemplo, construyendo un dispostivo en el ártico que daría el empuje inicial para que el dióxido de carbono inicie su travesía. Si bien este dispositivo deberá tener una fuente energética “terrestre” Wong asegura que aunque este fuera combustible fósil, el balance sería altamente ecológico para el planeta, requiriendo sólo de unas pocas docenas de megawatts para iniciar el proceso .

Una vez ionizado, el gas ascendería lentamente debido a la fricción con el resto de las partículas, pero ganando velocidad a medida que alcanza mayor altura. Para compensar la pérdida del fenómeno, el mismo viento solar arrastrado por el magnetismo ayudará a mantener las partículas en la ruta de escape. Una vez a 125 kms de la superficie terrestre, altura alcanzada teóricamente al cabo de unos días, las partículas se mueven libremente y se pierden en el espacio.

Si bien la idea suena bien en teoría, surgen ciertas dudas como la conservación de la materia en la tierra y la pérdida de Carbono y Oxígeno, pilares de la vida en la Tierra o que el efecto invernadero es también el responsable de que la temperatura de la Tierra sea habitable.

Tampoco se sabe la magnitud de CO2 que el proceso permitiría expeler al espacio, pero Wong asegura que sería de una gran ayuda para evitar los desastres que se avecinan debido al calentamiento global.

Imágenes:

  1. Imagen original: Trenes y Salitre, intervenida.
  2. Imagen Nasa en Wikipedia
  3. Imágenes Nasa en Wikipedia

 

  1. Director del Laboratorio de Física de Plasma de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA) y del High Power Auroral Simulation (HIPAS) en Fairbanks, Alaska. []