Espacios residuales: Estación Libertad, la estación fantasma del metro

En Catedral con Libertad, en la esquina sur-oriente, se encuentra una particular plaza: se trata de una plaza dura, con algunos maceteros, y absolutamente cerrada por todos sus lados, negando cualquier posibilidad de acceder a ella. ¿Qué es este espacio, a quién pertenece? Bajo esta plaza, a algunos metros de profundidad se encuentra la Estación Libertad, estación de la Línea 5 del metro, ubicada entre las estaciones Cumming y Quinta Normal.

Sus andenes están completamente construidos, sin embargo la estación no está en funcionamiento, y no pretende estarlo en el corto plazo; esto, debido a que el lugar en que se emplaza no posee todavía una masa crítica de población habitante o flotante que lo justifique y lo haga rentable, y a su relativa cercanía con las otras dos estaciones.

Sin embargo, y bajo la especulación de que algún día será rentable abrirla, la estación se construyó íntegramente, en manos de la empresa Ingendesa, a pesar de que los trenes al pasar por ese trayecto pasen de largo. Y al construirla hubo de quedar el hoyo en la esquina antes mencionada, donde suponemos en algunos años habrá un acceso a la estación.

La pregunta es qué hacer con este espacio por mientras, sobre todo cuando el “por mientras” supone varios años de espera. La solución actual, si bien deja abierta visualmente la plaza, al poner rejas en todo su perímetro le niega indisolublemente el carácter de espacio público, convirtiéndose en un lugar seudo-privado con pretensiones de abierto, sin serlo en la práctica. Un espacio que podría tener el carácter de público se convierte en un espacio residual que niega toda posibilidad de utilización ciudadana, incapaz de convertirse en una pieza urbana que juegue un rol a escala de barrio.

El lugar se emplaza una cuadra al sur de la Plaza Yungay, en el epicentro del barrio del mismo nombre de Santiago Poniente, barrio que busca revitalizarse mediante restauraciones de antiguas construcciones y repoblarse a través de nuevos edificios habitacionales que apuntan, entre otros, a jóvenes de clases más acomodadas. Seguramente es en estos aspectos en que el Metro vio una potencialidad en el sector que justificaba dejar construida la estación fantasma; se deja de lado, sin embargo, ver en estos mismos aspectos las potencialidades para crear un espacio público de calidad en ese lugar, a través de un buen diseño o, al menos, abriendo la plaza para que pueda ser tal, sin dejar de lado lo esencial de la palabra plaza: su carácter público.